Page 76 - Resiliente
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tipos y tres chicas cagados de miedo que apenas pudieran

                                    blandir un arma, necesitábamos valor y numero, los zombis pro-
                                    bablemente nos superaran ahora de cien a uno contando otros

                                    sobrevivientes de la ciudad, la horda que había visto hacía
                                    rato había sido horrible, el tipo que había muerto había sido

                                    asesinado sin ninguna oportunidad ¡Y si nos quedábamos solos
                                    ese sería nuestro destino!



                                            —Máximo piensa —dije yo colocándome el dedo en la cabeza.

                                            —No, no —dijo Máximo con un gesto de la cabeza -déjate de
                                    mariqueras... esa tipa no viene al refugio y ya dije.

                                            —Pero yo quiero que venga.
                                            —Pues querer no es hacer —dijo Máximo mirándome —y no ira

                                    con esa herida, no voy a arriesgar a nadie por esa perra.
                                            —¡Deja de decirle perra! Ponte en su lugar, mierda.

                                            —Estuve en su lugar y te ando diciendo lo que va a pasar,
                                    se queda aquí, y punto.



                                    Mire a Máximo y el me miro a mi y eso duro unos incomodos

                                    instantes, no puedo dejar de anotar que si hubiese sido tonto
                                    y me hubiese dejado llevar por mis sentimientos del momento

                                    le hubiese propinado un puñetazo y hubiésemos empezado una
                                    pelea allí mismo, Máximo era obstinado, terco, pero era sensato

                                    pensar como el hacía, sin embargo, su falta de confianza en
                                    mí era ofensiva, repentinamente se escuchó un tintineo en la

                                    parte inferior del inferior.



                                            —Putas... mames... —dijo Máximo mirandome.
                                            —¿Qué fue eso?

                                            —¿Quién soy? —dijo Máximo —¿Confucio? Me cago en esto,
                                    están dentro del maldito edificio.

                                            —Prepárate.



                                    Caminamos escalera abajo una vez más y llegamos al piso de
                                    Mauro, sin embargo, aún escuchábamos el tintineo, era como

                                    si alguien arrastrara tubitos, o metal, entonces escuchamos
                                    un alarido horrible, de una ira diabólica y profunda.




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