Page 112 - METAFÍSICA 4 en 1 edicion 1 y 2
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inmenso don que se nos ha conferido en una Ley tan sabia. Cuando el objeto vuelva a tus
manos, lo cual no tardará en suceder, vuelve a dar las gracias.
Mi maestro decía que el que conoce la Ley del Derecho de Conciencia y la practica hasta
formar de ella su concepto, puede dejar en medio de una calle transitada un billete de alta
denominación, y nadie lograría verlo. Al día siguiente lo volvería a encontrar en el mismo
sitio.
Para lo cual es necesario tener el concepto ya formado y la imagen del temor a los
ladrones totalmente disuelta. Yo sé que la primera vez que empleé la Ley, únicamente por
obediencia y sin tener la convicción sembrada en mí, estaba en Nueva York y dejé mis
anteojos olvidados en un taxi. Al llegar a la casa me di cuenta de que los había perdido, y
como venía de la clase de metafísica con la lección fresca en la mente, declaré al instante la
Verdad: "Nada que es mío por Derecho de Conciencia se puede perder. Mis anteojos
volverán a mí. Ellos están en el sitio que les corresponde: frente a mis ojos".
Pasaron cuatro días y me llamaron de la Conserjería para que bajara a hablar con un
chauffeur de taxi que me buscaba.
—Señora, ¿serán suyos estos anteojos? —me preguntó al verme, extendiéndome los
lentes.
—Sí, son los míos. ¿Cómo se le ocurrió a usted que eran míos?
—Mire usted qué cosa tan extraña la que me ha sucedido. Los taxistas tenemos que
entregar en la oficina todo objeto olvidado por si lo reclama el cliente que lo dejó. Yo no
pude decidirme a entregar estos anteojos. Como en la oficina quedan anotados todos los
recorridos que hacemos cada día, yo me impuse la tarea de visitar a cada cliente que
conduje ese día. He tenido que hacerlo fuera de horas de trabajo, por supuesto, y por eso
me he tardado cuatro días hasta encontrarla a usted. Esto jamás me ha sucedido. ¡Unos
lentes corrientes!
Le di una buena recompensa y se me quedó grabada la ley desde ese momento.
Sin mis anteojos no veía claro, no podía escribir, se interrumpía el ritmo de mi vida. Este
mínimo detalle alteraba el ritmo de una serie de otras cosas que afectaban a terceros. El
Universo está basado en el orden y la armonía entre todas sus partes.
POLARIDAD
No hay un solo deseo tuyo que no puedas realizar. Todo aquello que tu consideras
imposible de obtener, aquello que juzgas "demasiado bueno para que te ocurra", es
precisamente lo que más deseas en el mundo. El deseo está en el fondo de tu corazón. Lo
único que no lo deja surgir es el temor, las dudas y los decretos negativos que haces
constantemente. Muy especial ese decreto: "Es demasiado bueno para que se manifieste".
Cambia de Polo. Hasta ahora has estado actuando de fijo en el Polo Negativo. Cámbiate
al Polo Positivo. Esto lo haces de la manera siguiente: Declara de una vez que tú hayas
terminado de utilizar los conceptos de ayer, que hoy eres una persona nueva, distinta, que
reclamas tu bien, que lo deseas y estás esperando que comience a manifestarse ahora
mismo. Declara que ya no quieres vivir más en el ambiente del mal, sino en el ambiente del
bien. Decreta la Verdad de que por virtud de tu deseo y tu palabra expresada, ahora mismo,
ya, estás viviendo en el Polo Positivo, y niégate a aceptar ninguna duda al respecto.
Ahora procede de la siguiente manera: cada vez que expresas un deseo, di: "Yo deseo
tal cosa, en armonía para todo el mundo y si es voluntad del Padre. Gracias Padre porque
ya me has oído". De esta manera no podemos causarle ningún inconveniente a alguien.
Como nuestras vidas están tan entrelazadas, el bien tuyo podría constituir el mal de otro.
Vamos a poner un ejemplo: Tú y otra persona desean un mismo objeto, no hay sino uno
solo; tú, con tus conocimientos superiores lo obtienes; pero te has perjudicado. Como en la
verdad no existe semejante situación, tú al desearlo en armonía para todo el mundo y si es
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