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LÁGRIMAS DEL CORAZÓN

                      Cuando los generales otomanos encargados de la protección
                  de Medina visitaban la tumba del Profeta (r) solían bajar de sus
                  monturas en lugares muy alejados para hacer la visita a pie, de la
                  manera más respetuosa posible.
                      Cuando el Sultán otomano Abdulaziz estaba en su lecho
                  de muerte se enteró de que había llegado una petición de los
                  residentes de Medina. Pidió a los que estaban presentes:
                      “¡Ayudadme! Debo escucharla de pie. No puedo escuchar la
                  lectura de la carta de los vecinos del Profeta (r) tumbado en la
                  cama.”
                      Sin duda alguna estos acontecimientos muestran el amor y
                  respeto de los sultanes otomanos por el Profeta Muhammad (r)
                  y por la ciudad de Medina y sus habitantes.
                      La madre del Sultán Abdul Mayid Bazm Alem Valide
                  patrocinaba el transporte por tierra de agua dulce de Damasco
                  a Meca y Medina para los peregrinos con el único objetivo de
                  obtener una recompensa espiritual.
                      En 1678 el poeta Nabi emprendió el viaje a Arabia con
                  algunos oficiales otomanos para cumplir la peregrinación a
                  Mekka (hayy). Mientras se acercaban a Medina vio como un
                  general, sin darse cuenta, estiraba las piernas en dirección a la
                  bendita ciudad del Profeta (r). El poeta se sintió conmovido
                  y herido por este acontecimiento que le influyó de tal manera
                  que fue entonces cuando escribió su famoso poema sobre el
                  Profeta (r). Este tipo de poemas constituyen un género aparte
                  en la literatura otomana, una continuación de la más temprana
                  tradición en la poesía árabe, conocido como  na’t. Mientras la
                  caravana se acercaba a Medina a la hora de la salah del amanecer,
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