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EL GUARDIÁN DE LA MORADA DE LAYLA
“Glorificado sea nuestro Señor por encima de todo lo que Le
atribuyen, el señor de los ángeles y de los nafs.”
Ibrahim (u) dijo:
“Coge toda la manada.”
“No soy hombre. Soy ángel. No los puedo llevar conmigo.”
“Si eres un ángel, yo soy Jalil, así que no puedo coger lo que
he dado por Él.”
Finalmente, Ibrahim (u) se quedó con la manada y gastó
toda la ganancia que procedía de ella en buenas obras.
Había pasado por pruebas difíciles en las que estaba
involucrada su vida, su propiedad y sus hijos. En cada caso
mostró lealtad y sumisión a su Señor, elevándose de esta manera
a la más alta cima en el camino de Allah. Abandonó la forma y
subió hasta el nivel de Jalilullah –Amigo Íntimo de Allah.
Una vez se declaró un gran incendio en Bagdad, y los dos
hijos de un maestro quedaron atrapados. No se podía hacer nada
por salvarles; las llamas cubrían el edificio por dentro y por fuera.
Sólo cabía lamentarse. Nuri estaba allí, y al ver lo que pasaba
entró en el fuego como si entrase en un jardín. Sacó a los dos
niños con permiso de Allah mientras que los demás transeúntes
miraban atónitos la escena. El padre de los niños estaba tan feliz
que puso delante del gran Nuri un saquito con oro. Entonces éste
se disgustó y le dijo:
“Si lo hubiese hecho por dinero, no habría logrado salvar a
tus hijos.”
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