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LA BENDICIÓN DE LA MISERICORDIA
Sus ojos no veían pero su corazón tenía la luz del sol.
Con los ojos cerrados, dormido, contemplaba incontables
delicias. Cuando los abría, dejaba de percibirlas. ¡Oh! ¡Qué
maravilla!
En el sueño se manifiestan muchas cosas asombrosas. En el
sueño, el corazón se convierte en una ventana.
El que está despierto y sueña sueños hermosos conoce a
Allah; frota sus ojos con el polvo que lleva.
Bayazid se sentó delante de él y le hizo algunas preguntas.
Encontró que era un derviche y un hombre de familia al mismo
tiempo.
El anciano le preguntó: ¿A dónde te diriges, oh Bayazid? ¿A
qué lugar llevas el equipaje a través de tierras extrañas?
Contestó: Al amanecer empecé el viaje hacia la Ka’aba. El
otro exclamó: ¡Oh! ¿Qué provisiones llevas para el camino?
Bazazid le dijo: Tengo doscientos dirham de plata. Mira,
están muy bien guardados en la esquina de mi capa.
Le dijo el anciano: ‘Da siete vueltas a mí alrededor, y
considera que esto es mejor que circunvalar la Ka’aba en la
peregrinación.
Y pon estos dirhams delante de mí, oh generoso. Haz de
saber que has realizado la peregrinación y que tu deseo se ha
hecho realidad; También has realizado ‘umrah; así, pues, estás
puro (saf) y has escalado la colina de la pureza (Safa).
Por la verdad de la Verdad (Allah) que tu nafs ha visto; juro
que Él me ha elegido por encima de Su Casa.
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