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LA SABIDURÍA QUE HAY DETRÁS DEL NAFS
La sangre corre por mi boca a la vez que las palabras. ¡Oh
Allah! Qué tenga el castigo que se merece.
El hombre seguía lamentándose, y el amir seguía golpeándole,
obligándole a correr por el campo.
Con el estómago lleno y muy cansado –se caía y se volvía a
levantar, cubierto de heridas.
Hasta el anochecer el amir le hizo correr así, hasta que
empezó a vomitar. Vomitó todo, tanto lo bueno como lo malo; y
la culebra salió atiborrada de todo lo que había comido.
Cuando la vio, cayó de rodillas ante el hombre bondadoso.
Al ver el animal repugnante, se tranquilizó.
Dijo: En verdad, eres Yibril de la misericordia Divina, eres el
señor de la bondad.
Bendita la hora en la que me has visto. Estaba muerto y me
has devuelto a la vida.
Me has buscado como la madre busca a sus hijos; yo estaba
huyendo de ti como un asno.
El asno se escapa de su dueño debido a su condición de asno,
mientras que el dueño corre detrás de él debido a su bondad.
Lo busca no por ganar o perder sino para que no se lo coma
el lobo u otra bestia salvaje.
¡Cuántas palabras insensatas te he dirigido, o tú alabado por
tu espíritu puro!
¡Oh señor! ¡Oh amir! Yo no he dicho nada; mi insensatez ha
hablado. No me castigues por este insulto.
Si te hubiese conocido un poco, no habría dicho todo esto.
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