Page 98 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza



            cambió el discurso: “Ernesto usted mismo juega, tranquilo”. Me enervé
            aún más. Me salió lo criollo, lo ‘porteño’, como suelo decir. “No juego
            más”, le ratifiqué y agregué con vehemencia entre otros términos, “que
            se vayan a jugar con lodo”. Estaba loco de furia por el cambio a escasos
            segundos de salir al terreno de juego. Lo tomé como una profunda
            falta de respeto. No podía reclamar siempre la titularidad, creo que
            ningún jugador es dueño del puesto, ni antes ni ahora. Me rebelé por
            la actitud. Juan Ruales tuvo todo el tiempo del mundo para pensar la
            formación. Lo que pasó, me contaron después, es que el ingeniero Al
            Horvat, dirigente del Deportivo Quito que viajó con la delegación,
            había visto en alguna parte, antes del partido, un video de un juego
            anterior de Boca Juniors y quedó sorprendido por el desdoblamiento
            de Silvio Marzolini, que era un crack, de enormes facultades técnicas,
            que implantó en Argentina las escaladas constantes al ataque y Al
            Horvat reflexionó que había que frenar ese dispositivo y le sugirió al
            ‘Negro’ Ruales que tome medidas para no ser sorprendidos.

            Me escogieron a mi para volarme de la formación titular. La idea no
            era tomada de los cabellos, pero debieron preguntarme si estaba en
            capacidad de cumplir esa disposición táctica. Seguramente lo habría
            hecho. En fin, es un tema candente que me llevó a dejar la práctica
            activa del fútbol a los 31 años. Y conste que el ‘Negro’ Ruales era mi
            compinche. Éramos “uña y sucio”, como se dice vulgarmente.


            Posiblemente todavía tenía varios cartuchos para disparar. Con el
            tiempo, cuando ya abracé la profesión de director técnico, entendí que
            Ruales estaba en su pleno derecho de efectuar la variante, pero insisto
            en que la mecánica de procedimiento fue equivocada.


            Referente a este tema, un día escribí en un cuaderno en el que guardaba
            mis reflexiones importantes, la siguiente frase: “Sólo aprendí que
            cuando se me cambió en Buenos Aires antes de saltar a la cancha frente
            a Boca Juniors, cuando no me alinearon, es porque el técnico tiene
            todo el derecho y la razón”.

            Boca Juniors nos despachó con una goleada inmisericorde. Cuatro
            veces la pelota sacudió la red. Alcides Silveira, Ayres Moraes, Alfredo

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