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RASSINIER : La mentira de Ulises



                       solución definitiva al menos cuatro millones. De hecho no puedo decir cuántos han salvado la
                       vida.
                             Teniente coronel Broockhardt. -- ¿Cuándo ha visto usted a Eichmann por última vez?
                             Wisliceny. -- En febrero de 1945 he visto a Eichmann por última vez en Berlín. Decía
                       entonces que si se perdía la guerra él se suicidaría.
                              Teniente coronel Broockhardt.-- ¿Dijo algo en aquel entonces sobre el número de
                       judíos que habían sido exterminados?
                             Wisliceny. -- Sí, y habló de ello de una manera particularmente cínica. Dijo que saltaría
                       riendo a su tumba, pues la impresión de tener a cinco millones de personas sobre la
                       conciencia sería para él motivo de una extraordinaria satisfacción.

                             A partir de esta declaración, se buscaron otros testigos, y, que yo sepa, no se encontró
                       más que a uno solo: el doctor Wilhelm Hoettl, jefe de batallón de la S.S. y relator al mismo
                       tiempo que adjunto del jefe de departamento en la Sección VI de la Oficina central de
                       Seguridad del Reich. Este testigo declaró ante el tribunal de Nuremberg lo siguiente:

                       [279]

                                     «En abril de 1944, tuve una conversación con el Obersturmbannführer  Eichmann de la S.S.,
                                al que conocía desde 1938. Este coloquio tuvo lugar en mi apartamento de Budapest (...) Él
                                sabía que estaba considerado por las Naciones Unidas como uno de los principales criminales de
                                guerra, ya que tenía millones de vidas judías sobre su conciencia. Le pregunté cuántas eran y me
                                respondió que aunque el número fuese un gran secreto, me lo diría porque en mi calidad de
                                historiador debía estar interesado en ello (...) En razón de los informes que poseía había llegado
                                a la siguiente conclusión: en los diferentes campos de exterminio habían sido matados cerca de cuatro
                                millones de judíos, mientras que dos millones habían encontrado la muerte de otra manera.»

                             Para dar mayor fuerza a su testimonio, este doctor Hoettl añadió que Eichmann había
                       enviado a Himmler un informe que concluía en esta cifra – ¡otro documento más que no ha
                       sido encontrado! – y que Himmler no había quedado satisfecho porque «según su opinión, el
                       número de judíos muertos debía ser superior a los seis millones».
                             Tales son, todo el mundo está de acuerdo en ello, los dos únicos testimonios en los
                       cuales se apoyan – ¡por otra parte ignorándolos! – los batallones de periodistas que han
                       propagado por el mundo esta tesis de los seis millones. Pertenecen al tipo del «Se me ha
                       dicho...» En este caso el «se» es Eichmann. Dada la situación de sus autores, no hay
                       probabilidades de que ningún historiador les tome nunca en serio. Sin embargo el tribunal de
                       Nuremberg se ha dado por satisfecho. Habiendo sido detenido posteriormente Eichmann, nos
                       encontramos pues ante la siguiente alternativa:
                             -- o bien niega, y se podrá decir que es natural, ya que su vida está en juego;
                             -- o bien asiente, y lo que se podrá decir es que tal es su sistema de defensa – el
                       mismo que el de los acusados del proceso de Moscú – para intentar obtener la clemencia del
                       tribunal.
                             Por lo cual se ve que el único medio de obtener la verdad de la boca del único ser vivo
                       que la conoce, sería colocarle en tales condiciones que no hablase bajo la amenaza de una
                       sanción. Como

                             [280] esto no se hará, se trata entonces de una controversia destinada a durar todavía
                       cierto tiempo entre los partidarios de los seis millones y aquellos que no admiten esta cifra:
                       en tanto que no se descubra un documento indiscutible sobre este asunto – apenas creo que tal
                       documento exista – la vida política estará envenenada en el mundo entero.
                             Se ha visto que yo soy de aquellos que no creen ni que seis millones de judíos hayan
                       muerto con el nazismo, ni que hayan perecido en las cámaras de gas. Mi convicción se funda
                       en las estadísticas y en los documentos dados a conocer por los propios partidarios de los seis
                       millones, y en la debilidad de sus razonamientos.
                             Que yo sepa, el hombre que ha desplegado los mayores esfuerzos para demostrar la
                       autenticidad de esta cifra es un tal L. Poliakov. Sus conclusiones sobre el número total de
                       víctirnas judías en las persecuciones raciales durante la última guerra mundial, han sido
                       publicadas en la Revue d'histoire de la deuxiéme guerre mondiale (Núm. 24, octubre de 1956,
                       página 88). Merecen que uno se detenga en ellas.
                             Primeramente, este L. Poliakov indica sus fuentes: los consabidos testimonios de
                       Wisliceny y Hoett1, de los que confiesa que son los únicos. Buen jugador, añade aún:



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