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RASSINIER : La mentira de Ulises






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                                                 PROLOGO DEL AUTOR
                                 PARA LA SEGUNDA Y TERCERA EDICIONES FRANCESAS





                                                   «Las armas del enemigo no son tan mortíferas comno las mentiras con las que los
                                                     jefes de las víctimas llenan el mundo; el canto odioso del enemigo es menos
                                                    desagradable al oído que las frases que, como una saliva repugnante, manan de
                                                                                 los libros de los necrólogos.»
                                                                      Manès SPERBER. (Et le Buisson devint cendre.)



                             Ambas partes de esta obra han sido publicadas separadamente:
                             • la primera, o la experiencia vivida (El paso de la línea) en 1949,
                             • la segunda, o la experiencia de los otros (La mentira de Ulises propiamente dicha) en
                       1950, bajo la forma de un estudio crítico de la literatura de los campos de concentración, pues
                       pensé que, en un asunto tan delicado, convenía administrar la verdad a pequeñas dosis.
                             De esta disposición de ánimo han intentado aprovecharse algunos para sembrar la
                       desconfianza sobre mis intenciones. Si El paso de la línea, generalmente acogido con
                       simpatía, sólo provocó vagos rechinamientos de dientes, y sin consecuencias, de determinado
                       sector, La mentira de Ulises fue causa efectivamente de una violenta campaña de prensa cuyo
                       origen estaba en la misma Asamblea Nacional.
                             Paralelamente, Albert Paraz, autor del prefacio, el editor y yo mismo, fuimos llevados
                       ante el Juzgado, (donde salimos absueltos, y después ante el Tribunal de Apelación, donde
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                       fuimos condenados ( ) aunque el propio fiscal general, haciendo justicia a nuestras
                       conclusiones, pidiese la confirmación pura y simple del juicio de faltas.
                             Al Tribunal de Casación corresponde ahora el resolver el litigio,

                       [288] pero la opinión pública, a la que se informa en sentido único, está desorientada, y, por
                       poco inclinada que esté a intervenir en la polémica, se ha hecho indispensable el desenmarañar
                       para ella las circunstancias bastante confusas que han creado el clima de este asunto. Así se
                       matarán dos pájaros de un tiro, pues no se puede dejar de poner al mismo tiempo ante los
                       ojos del lector las pruebas convincentes ( ).
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                             Al llegar en pleno debate sobre la amnistía, La mentira de Ulises, que la justificaba a
                       su manera, fue acogida por algunos como un asunto especialmente político, y es por este lado
                       sutil por el que se le intentó dar ese carácter exclusivo.
                             Por una enfadosa casualidad, el prefacio de Albert Paraz contenía un aserto
                       jurídicamente insostenible ( ) respecto a las circunstancias del arresto y deportación del señor
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                         Prisión con sobreseimiento, 100 francos de multa y 800.000 frs. de daños y perjuicios.
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                         El Tribunal de Casación se ha pronunciado a su vez: nos ha absuelto - justamente lo bastante pronto para que
                       pueda ser mencionado en esta nota de la presente edición - pero no por ello resulta menos necesaria la
                       explicación.
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                         El Sr. Michelet, con el cual hemos hablado, ha retirado la querella que había presentado contra nosotros, y el
                       aserto no figura en esta edición, ni tampoco, por otra parte, el prefacio de Paraz, a sugerencia propia, para cortar
                       toda nueva tentativa de digresión. Solamente para evitar esto, pues, desde que ha fallado el Tribunal de Casación,
                       nada se opone a que este prefacio, cubierto por la inmunidad que protege a la cosa juzgada, sea nuevamente
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