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favorita. —Arjuna sonrió a Uttaraa y la tomó en su regazo. Le dijo—: Uttaraa, desde hoy
serás mi hija.
Yudhisthira estaba complacido con las palabras de Arjuna.
A la corte de Virata llegó un mensajero de Hastinapura. Llegó a la corte de Virata
cuando Yudhisthira estaba allí con sus hermanos. Le dijo:
Estas son las palabras de mi rey Duryodhana: « Debéis prepararos para volver al
bosque por otros doce años. Arjuna, uno de los pandavas, fue visto por nosotros antes
de que expirara el treceavo año. » Este es el mensaje que se te ha enviado.
Yudhisthira se rió a carcajadas durante largo tiempo. Luego le dijo:
—Vuelve pronto junto a tu señor, maestro y rey y dale mi mensaje:
« Que nuestro venerable abuelo Bhishma diga si se ha completado el decimotercer
año o no. » Dentro de unos días tendrá un mensaje mío. Dile que esté preparado para
responder a esa pregunta. Y hasta entonces, dile que nos deje en paz.
Capítulo XXII
LA BODA DE ABHIMANYU
AS noticias de que los pandavas habían salido de su ajnatavasa y que habían acabado
L su exilio volaron de un extremo a otro del mundo. No había otro tema de conver-
sación. Por todas partes la gente discutía acerca de la actitud que debía tomar Duryod-
hana. Los pandavas se quedaron con la ciudad llamada Upaplavya, la cual pertenecía
a Virata. Yudhisthira mandó mensajeros a todos sus amigos y aliados: los primeros en
recibir el mensaje fueron por supuesto Krishna y Drupada, los cuales se apresuraron a ir a
Upaplavya. Balarama iba delante, y le seguía Krishna, que iba acompañado de Subhadra
y su hijo, Abhimanyu. La hueste de los vrishnis ya había llegado y los pandavas y Virata
salieron a las afueras de la ciudad para recibir a Krishna y a Balarama. Se postraron a
sus pies, el encuentro entre los pandavas y Krishna fue muy cariñoso, sus ojos estaban
inundados de lágrimas y dijeron:
—Por tu gracia, Krishna, hemos acabado los trece años. Eres nuestro señor y amigo,
estamos en tus manos. Tú eres nuestro refugio. Haremos lo que nos pidas que hagamos,
nosotros no tenemos ideas propias. Somos tuyos y tú eres nuestro. Tú significas todo
para nosotros.
Krishna estaba sobrecogido de emoción cuando miraba a sus queridísimos primos.
Sus lágrimas fluían como un río. Draupadi estaba tan emocionada como él. Durante
largo rato no pudieron hablar. Las lágrimas ahogaban sus voces. Permanecieron en
silencio. Krishna cogió las manos de Draupadi y las levantó, secándole las lágrimas con
sus dedos. Le dijo: