Page 355 - Mahabharata
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4. Virata                                                                                335


                   —No, Draupadi, no llores, el tiempo de las lágrimas se ha acabado, ahora sonríe.
               Está cerca el día en que volverá la sonrisa a tu rostro. Seca tus ojos amorosos. Yo me las

               arreglaré para cumplir la promesa que te hice en el bosque de Kamyaka hace trece años.
               La enfermedad de tu corazón se curará pronto.
                   Luego, entraron a Upaplavya. Todos los reyes que querían a Yudhisthira habían
               llegado ya. Estaban contentos de encontrarse con Yudhisthira y sus hermanos después
               de los trece años de exilio. Estaban contentos de que Virata hubiera sido su anfitrión
               durante un año. El matrimonio de Abhimanyu se iba a celebrar pronto y todos los reyes
               se quedaron para asistir a la boda.
                   La boda se celebró con gran alegría. El joven Abhimanyu se parecía a su padre y a
               su tío Krishna. Fue el novio más hermoso que se sentara nunca ante el fuego sagrado.
               La novia era una perfecta compañera para este joven león. Hacían una hermosa pareja
               sentados ante el fuego sagrado. Dhaumya era el sacerdote que realizaba la ceremonia
               para los pandavas. Krishna y Arjuna se sentaron uno al lado del otro sonriéndose a
               menudo entre ellos.
                   La ciudad de Virata era como el cielo en la tierra. El matrimonio fue un final adecuado
               para sus años de sufrimiento. Les hizo olvidar los últimos años. Les hizo olvidar todo.
               No se acordaban del dolor de los años pasados por la alegría de ver a su hijo feliz. Fue
               un momento delicioso que disfrutaron cuanto pudieron, ya que sabían que sólo era una

               pausa, había que discutir grandes cosas, el futuro de Bharatavarsha pesaba en la balanza.
               Pero eso quedaba todo para el mañana, hoy era el día del matrimonio de su querido
               hijo Abhimanyu y rehusaban pensar en cualquier cosa que no fuera la luz de amor que
               brillaba en los ojos de Abhimanyu y la tímida respuesta en los ojos de Uttaraa.
                   Los huéspedes que habían llegado para asistir a la boda estaban allí con sus ejércitos.
               Todos habían venido para asegurarle a Yudhisthira que su ejército estaba a su disposi-
               ción. Drupada, Dhrishtadyumna y Sikhandi, los hijos de Draupadi, estaban todos allí.
               Kritavarma y Satyaki, los dos primos de Krishna, también estaban allí.
                   Draupadi y Subhadra eran las reinas del palacio. Sudeshna era ahora la doncella de
               asistencia. El palacio del rey parecía la casa de Indra. Los pandavas estaban muy felices.
               Krishna y Balarama brillaban en medio del salón como el Sol y la Luna. Todos los demás
               no eran sino estrellas acompañantes. Grande fue la felicidad en los corazones de todos
               durante los días de la boda de Abhimanyu.
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