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24 HORAS EN ÁREA COVID


                                                 Por: Md. Hugo Eduardo Jara S.

                  Uno de mis objetivos personales al iniciar la carrera de medicina fue
               el ayudar a los enfermos, por medio del conocimiento adquirido en las
               aulas y las prácticas realizadas. Pude empezar a cumplir dicha idea mucho
               antes de culminar la carrera, y claro, todo se presentaba muy distinto a lo
               imaginado, sin que jamás se termine y con varias dificultades a superar.
                  Me preguntaba sobre qué conocimientos me servirían ante una en-
               fermedad nueva, desconocida, agresiva, impredecible, con un índice de
               mortalidad pocas veces antes visto y para la que no existe un tratamiento
               efectivo, solamente sintomático, cuidados paliativos, y experimentación
               con recientes teorías, ninguna avalada ni efectiva, y todas con el mismo
               resultado de injustificada aplicación o resultados desfavorables.
                  Llevo en ejercicio de mi profesión tres años y hace algunos meses
               todo cambió en Ecuador y hace algunos días en mi vida.
                  Nos llamaron a una reunión urgente en donde se nos capacitó como
               internistas, intensivistas, emergenciólogos, neumólogos, anestesiólogos,
               sobre lo necesario para hacer frente a la oleada de pacientes que llega-
               rían en los próximos días a nuestro hospital. En una charla de tan solo
               dos horas, con más dudas que respuestas, salimos a luchar contra aquel
               virus agresivo y totalmente desconocido, que amenazaba con quitarnos el
               aliento sin distinción alguna.
                  Pertenecería a un equipo dirigido por un jefe, tratante de cualquier es-
               pecialidad, cuatro médicos, cuatro enfermeras y cuatro auxiliares, donde
               cada equipo rotaría tres pisos: el de pacientes sospechosos con sintoma-
               tología compatible en espera de pruebas confirmatorias, siempre lleno
               desde su apertura; aquel con pacientes confirmados Covid-19 positivos,
               repleto hasta el último considerando que estaba habilitado para recibir
               a treinta personas y tenía cincuenta y cinco, número que al final del día
               decrecía a la mitad y en la siguiente jornada volvía a llenarse; y, el piso
               exclusivo para quienes necesitaran cuidados intensivos, que también es-
               taba colapsado.
                  Esta disposición laboral derivó en que me distancie de mis seres que-
               ridos, por lo que renté una habitación cercana al hospital, por el bien de
               todos y me alentó saber que el resto del equipo decidió tomar las mismas
               medidas; es lo que correspondía hacer. Antes de iniciar este camino, mu-
               chas dudas surgieron en el hogar: “¿Por qué tú?”, “¿Hasta cuándo?”,
               “¿Recibirán material de protección?”
                  La protección que hay no es suficiente, la que podemos conseguir ser-
               virá un poco, el temor a enfermar lo tenemos antes de entrar al hospital,

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