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que también creció, dentro del dolor que se experimentaba en el entorno.
Una de esas tardes, el quiebre emocional llegó de todas maneras. Re-
cordé a mi abuelo, un ejemplo para mí, sus enseñanzas, y agradecí que
partió de este mundo durante el 2019, ya que por sus comorbilidades si
hubiera llegado a contagiarse de Covid-19 hubiera sido catastrófico, lo
que me llevó a pensar sobre lo triste que deber ser morir en aislamiento,
sin posibilidad alguna de compañía, como le pasó a muchos en el mundo,
y seguirá pasando, mientras no exista una solución definitiva para este
poderoso virus, tan indescifrable y con las múltiples consecuencias que
deja, según se ha evidenciado en algunos casos.
Al momento de escribir estas líneas, agosto 2020, creo que el com-
portamiento social, luego de tanto miedo, sufrimiento y dolorosas expe-
riencias ha cambiado y ha entendido que la mejor forma de combatir la
enfermedad es prevenirla, usando mascarilla, lavándose las manos con
alta frecuencia y manteniendo distanciamiento social, además de que se
han instaurado notables costumbres de aseo general y desinfección en
los hogares, medios de transporte, empresas, etcétera, lo cual tendrá un
impacto positivo en el mediano plazo; por lo tanto, es fundamental man-
tener la promoción y prevención de la salud ya que son armas eficientes y
efectivas para disminuir las enfermedades infectocontagiosas.
Como conclusión, es necesario mejorar todo el sistema de salud na-
cional, público y privado, e invertir en campañas sociales para mejorar el
estilo de vida en todo sentido. Definitivamente después de esta pandemia
las cosas en el Ecuador y el mundo nunca volverán a ser las mismas.

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