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EXPERIENCIA EN TIEMPOS DE COVID

Por: Md. Yustin Torres Yamunaque

Se detectó por primera vez un grupo de casos de neumonía de origen
desconocido. La causa, un nuevo integrante de la familia de los corona-
virus, característicos por generar infecciones respiratorias, y esta ocasión
no es la excepción. Por la fecha de su aparición, se lo ha denominado
SARS-COV-2 cuya enfermedad fue denominada como Covid-19, la
misma que ha tenido una brutal expansión en el mundo entero; por lo
tanto, se ha considerado como pandemia, con enorme repercusión social
y económica, no sólo de salud.
Los síntomas característicos corresponden a fiebre, tos seca y difi-
cultad para respirar, transmitiéndose a través de las cutículas que salen
del cuerpo de alguien contagiado al exhalar o toser; éstas, caen sobre ob-
jetos y superficies que pueden ser tocados por otras personas y luego, al
llevarse las manos a los ojos, nariz y boca, el contagio se concreta. De tal
manera, las prácticas de higiene estándar son fundamentales para evitar
la propagación del virus, donde la lavada de manos es un factor crítico
para detener la transmisión. No menos importante, el uso de mascarilla
para evitar la propagación de la saliva y mantener distanciamiento social.
Es un tema que debe manejarse con absoluta responsabilidad, indivi-
dual y colectiva, para mitigar el riesgo de posibles rebrotes y nuevas olas
de contagio. Todos queremos regresar a algo de lo que conocíamos como
normalidad, pero es un hecho que habrá que adoptar nuevos hábitos y
transformar el estilo de vida para mantener buena salud.
El hecho de trabajar durante la pandemia ha marcado mi vida como
profesional y como persona; en el primer caso, porque reafirmó mi vo-
cación, aun dentro de las extenuantes jornadas sin hora de entrada ni de
salida, emergencia tras emergencia. Fue una experiencia traumática, que
puso a límite todas las facultades físicas, mentales y emocionales res-
pecto a lo que estábamos acostumbrados a realizar de manera cotidiana.
Estábamos en un campo de batalla, en el que la muerte cobraba vidas, y
no pocas, en cuestión de horas, poniéndonos a prueba respecto a tantos
años de estudio, sin una respuesta efectiva por completo.
La realidad superó a la imaginación, desde todo punto de vista: dolor,
cansancio, sufrimiento de los familiares, turnos de setenta y dos horas sin
ver la luz del sol, trabajando con el corazón, exponiendo la vida. También
era duro ver a los familiares propios, a la distancia, para evitar posibles
contagios. El mundo al revés.
La crisis nos mantuvo en la duda sobre qué medicamentos suministrar
y cuáles no; de hecho, luego de tantos meses, sin un futuro cercano sol-

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