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restringiendo el tránsito de personas de acuerdo a los lineamientos nacio-
               nales como en los lugares por los cuales los ciudadanos podrían ingresar
               de manera clandestina. Además, inició la fumigación de vehículos, revi-
               sión de salvoconductos, y triaje con toma de signos vitales. Todo ello con
               las medidas adecuadas para evitar riesgos en el personal de este punto.

                  Para garantizar que no haya desabastecimiento en el cantón, conjunta-
               mente con Municipio se llegó a resoluciones importantes, como permitir
               el paso de productos perecibles una vez a la semana y demás insumos
               cada quince días. Dichos distribuidores debían acatar los protocolos es-
               tablecidos, donde se les exigía que para su ingreso porten los trajes de
               bioseguridad adecuados, mascarilla, gafas protectoras, entre otros.

                  A la interna también se controló de manera estricta el uso de mascarilla
               en la calle y las normas establecidas de distanciamiento social, en centros
               de aglomeración como: tiendas, cooperativas de ahorros, mercados, y
               afines. De la misma manera, mi “mano derecha” o yo, dábamos rondas
               habituales por la ciudad o en los días de feria alimenticia, verificando el
               cumplimiento de las medidas solicitadas. Dichas acciones, coordinadas
               entre sector público, privado y gobierno autónomo descentralizado, per-
               mitieron al cantón permanecer como se recalca, sin pacientes infectados
               por algunos meses, sin bajar la guardia.
                  Habíamos resistido sin casos positivos por mucho tiempo, sin bajar
               la guardia ni un solo momento; pero hay situaciones imprevisibles que
               rebasan cualquier tipo de cuidado; y esta, para nuestra desgracia era una
               de esas. Teníamos una paciente  con diagnóstico  de cáncer, que debía
               salir de la provincia para sus controles y tratamiento de quimioterapia
               en el hospital especializado más cercano, al que había ido en algunas
               ocasiones, así como a otro hospital de tercer nivel, cuando la necesidad
               lo requería. Como correspondía, conforme a los protocolos establecidos
               en el hospital oncológico, indicaron que para atenderla debía someterse a
               la prueba PCR, lo que, por supuesto fue aceptado por ella y se la realizó,
               derivando en su retorno a la ciudad a la espera del resultado, para saber
               cómo proceder una vez que lo tuviera. Cinco días después lo recibió y
               fue positivo.

                  Una vez conocido este reporte levanté el cerco epidemiológico co-
               rrespondiente y la recopilación de datos para que el epidemiólogo, en-
               cuentre la información correcta. Vigilé estrictamente a la paciente dado
               que su estado base de inmunosupresión la hacía  aún más vulnerable,
               aunque milagrosamente nunca presentó ningún síntoma o complicación.
               También se hizo chequeos y seguimiento a los contactos primarios, así
               como a contactos secundarios.
                  Cuando se creía que la situación estaba bajo control, otra sorpresa.
               Una compañía minera local que hasta el momento había seguido estrictos


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