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cionales estamos llamados a hacer énfasis en la aplicación de las medidas
            descritas, en cualquier campo empresarial.

               En consecuencia, y desde lo personal, todo el esfuerzo ha sido en-
            caminado a la atención de los colegas que cumplen sus funciones en la
            primera línea de atención, donde la situación es crítica dada la alta de-
            manda de pacientes; en consecuencia, mayor grado de exposición ante el
            enemigo misterioso e invisible.
               Y más allá del hospital, o la cadena de producción de cualquier tipo
            o industria, este es un tema que nos inmiscuye a todos sin excepción.
            Como médicos, sin importar especialidad o rol, estamos llamados a ser
            ejemplo de aplicación de estas medidas y protocolos, así como a enfatizar
            en que esta crisis sanitaria mundial no tendrá una solución en el mediano
            plazo, pero que sí puede ser manejable de manera óptima si nuestros
            criterios son escuchados por el público en general, empezando por el
            entorno familiar.

               He repetido  hasta la  saciedad que el  uso de mascarilla,  lavado de
            manos y distanciamiento social, son las herramientas más efectivas para
            librar esta batalla. En casa, lo hacemos así a todo momento, por exage-
            rado que parezca en cuanto a la frecuencia de repetición de estos tres
            pasos. Porque, desde otra perspectiva, ¿cómo pueden funcionar las em-
            presas si sus trabajadores se enferman y no pueden rendir como se espe-
            raría? Y eso para no hablar de consecuencias fatales.
               Esta nueva normalidad, que sigue en construcción, pone a prueba a
            todos los estamentos del orden social establecido durante la historia del
            mundo. Es el momento de la resiliencia y la solidaridad general. Cui-
            démonos entre todos, esa es la única consigna por cumplir. Algún rato
            saldremos y gritaremos al mundo: “¡Lo conseguimos!”
               A través de estas líneas, un abrazo solidario a todo el personal de
            salud del mundo, especialmente el de Ecuador. Hicimos un juramento y
            vamos a cumplirlo a cabalidad, sea en la primera línea, en casa, o eva-
            luando el ingreso de una nueva persona al mundo laboral. Todos somos
            médicos y servir es el objetivo.

















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