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de salud, lográramos ver en cada paciente a un ser especial y los tratá-
ramos como nos gustaría que un familiar sea atendido, todo sería distinto
y más historias como esta serían contadas.
Decidí no abrir el regalo hasta llegar a casa, pero la ansiedad me
carcomía. Ya en el hogar, desempaqué y encontré una hermosa cartera,
hecha de cuero, la misma que es la cereza en el pastel de esta historia
llena de agradecimiento, aprendizaje y renovación de fe. Esto es lo que
mi amada profesión me permite vivir.
Unos días después la usé y al poner mis cosas en su interior, encontré
un papel con un mensaje en él: “Honrados por saber que hay doctores
que no han olvidado su legado, el compromiso con sus pacientes, por
ser dedicados, humanos, calmados, humildes y honestos. Bendecido por
haberla conocido Doctorita. Atentamente. El paciente del cuarto 6”.

¡Si tuviera que volver a escoger, sin duda te volvería a vivir Medicina!.

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