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en reborde costal izquierdo o derecho, apófisis xifoides, o en región es-
capular, que descendía hacia la mitad de la espalda. Les solicitaba radio-
grafías de tórax y exámenes de sangre generales y todo resultaba normal.
Anosmia prolongada también se convirtió en una consecuencia recu-
rrente, con pacientes que manifestaban que llevaban dos meses sin oler
nada. Y así, cefalea, fatiga, caída de cabello, dolor poliarticular, conjunti-
vitis no especificada, cuadros dermatológicos sin causa aparente, lesiones
eritematosas múltiples de pocos milímetros de diámetro y que dejaban
cicatriz, etc. Una multiplicidad de efectos secundarios que siguen en es-
tudio en el mundo entero. Al momento de escribir estas líneas – Agosto
2020 – los casos respiratorios, que nunca dejaron de llegar, presentan un
aumento, de nuevo, en la asistencia a consulta.
Y ni hablar de los trastornos de ansiedad, presentes en todos los pa-
cientes, especialmente en las primeras semanas posteriores a la cuaren-
tena: dolor en el pecho, falta de aire, sintiéndose agobiados y preocu-
pados por todo. Entonces, les prescribía exámenes de rutina que, igual
que en casos anteriores, también arrojaban resultados dentro de paráme-
tros normales. Este fue uno de los síntomas no relacionados al corona-
virus directamente, si no a la pandemia, puesto que el aislamiento social
es un factor desencadenante de enfermedades psicológicas, en principio,
y algunas psiquiátricas como la mencionada o la depresión. Los médicos
tuvimos que desarrollar, a velocidad, habilidades extremas de empatía y
escucha efectiva para que las consultas sean integrales.
Sigo recibiendo nuevos infectados de Covid-19, así como los que
presentan secuelas, estos últimos correspondientes a meses entre junio y
agosto. De los primeros, quiero creer que las secuelas han desaparecido,
ya llegará el momento de encontrarnos en una nueva cita. Con frecuencia,
dentro de la conversación, me preguntan respecto a mi sentir sobre la
pandemia y cuándo finalizará, siendo la respuesta que el coronavirus vino
para quedarse y que las medidas básicas debemos mantenerlas.
Nos tocó vivir este hecho histórico para la humanidad, adaptándonos
al cambio a toda velocidad, convirtiendo en habituales a procedimientos
que antes eran específicos para determinados momentos. Es imposible
confiarse o relajarse, pensando en que la vacuna llegará algún momento,
que no será pronto. Además, se van presentando casos de reinfección, los
cuáles retrasan cualquier tipo de desarrollo sostenido en pos de tener la
cura. De todas maneras, aunque haya miles de personas que incumplan
las normas de sanidad, los médicos no podemos perder la iniciativa y
debemos ser el ejemplo vivo de su aplicación, por el bien propio y de los
demás.
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