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el estilo de vida cambió, con el aislamiento respectivo, así como con
               todas las medidas que permitan reducir la fiebre, en principio. Sin em-
               bargo, mamá se complicaba con dificultad respiratoria, motivo por el cual
               adquirimos un concentrador de oxígeno, para evitar llevarla al hospital,
               donde podía ser peor, por el contexto. Su voluntad de salir adelante, un
               ejemplo, pero los instrumentos y la valoración médica nos hacían pensar
               en otro desenlace.

                  Como es un tema nuevo, junto a mi hermano nos centramos en la lec-
               tura crítica de artículos relacionados, así como en la ejecución de terapias
               adyuvantes para mejorar la condición clínica de mamá, quien estaba pa-
               sando de fase crítica a fatal y entramos en la disyuntiva sobre avisar a la
               familia para tomar decisiones o esperar más tiempo a ver qué sucedía. En
               todo caso, elegimos lo siguiente: Si mejoraba, no la llevaríamos al hos-
               pital, pero si se complicaba más de lo que ya estaba, correríamos el riesgo
               de llevarla a que la traten. Al día siguiente, comunicamos a la familia el
               cuadro, para que la decisión sea de todos, y mientras la conversación
               sucedía, como un milagro, la fiebre disminuyó, la saturación de oxígeno
               mejoró, motivos por los cuales, luego de la desesperación, procedimos
               a desarrollar tratamiento de terapia respiratoria, con el fin de mitigar las
               secuelas que pudieran presentarse en el futuro.
                  Una lección de vida para todos que nos ha impulsado, junto a mi es-
               posa, a ayudar a quienes así lo necesiten, respecto a esta enfermedad. Re-
               cibimos muchos pacientes, la gran mayoría llegaron con sintomatología
               entre leve y moderada. No faltaron quienes presentaron condición severa
               y con ellos el trámite fue distinto, puesto que acudimos a su domicilio
               a la valoración respectiva, con todas las explicaciones consecuentes y
               decirles, si la circunstancia lo ameritaba, que requerían hospitalización
               a la brevedad posible, sin esperar a que las complicaciones en el hogar
               sean mayores.

                  Vimos muchos rostros agradecidos. Nos convertimos en la esperanza
               que la gente necesitaba, a través de la experiencia propia con mamá, lo
               cual, en lo personal, me reafirmó la vocación de servicio aun cuando las
               circunstancias sean las más extremas.


















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