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estado presente en algún lugar considerado foco de infección o haber
tenido contacto con un caso confirmado; en base a este concepto se emite
el diagnóstico de manera presuntiva, dado que resulta difícil clarificar si
las respuestas recibidas de su parte son verdaderas, honestas y transpa-
rentes, dada su edad o la capacidad de recordar. Por lo tanto, en este caso
como en otros similares, cualquier patología respiratoria aguda podía ser
diagnosticada de manera errónea. Estoy convencido que habrá pasado en
más de una ocasión.
Dicho esto, diez días antes del primer caso conocido en la ciudad,
llegaron dos mujeres jóvenes con un cuadro clínico muy similar, carac-
terizado por fiebre, tos seca, odinofagia , malestar general, sin haber
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estado en contacto las últimas semanas con personas infectadas. Procedí
al examen físico, el cual evidenció hipertrofia de las amígdalas palatinas
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con la presencia de material exudativo, por lo que emití el diagnóstico de
amigdalitis aguda no especificada, con la certeza de que el origen era bac-
teriano. En todo caso, insistí en la pregunta: “¿Viajaron a determinada
ciudad o fueron contacto de algún caso sospechoso o confirmado?” a lo
que me respondieron: “¡No, nunca!” Elegí creer, cuadrar datos, por lo
que prescribí antibioticoterapia, junto a cuidados en el domicilio.
¿Había relación entre aquellas muchachas y la mujer adulta mayor
considerada el primer caso en la ciudad? Era la pregunta que me daba
vueltas en la cabeza. Días después, solicitan visita domiciliaria a una
paciente con cuadro gastrointestinal, exacerbada patología respiratoria
crónica de base y poseedora de todas las condiciones para desarrollar
complicaciones; sin embargo, su estado hemodinámico requería manejo
en hospitalización por lo que procedí a referirla. Una vez ingresada, el
resultado del hisopado nasofaríngeo dio positivo, notificándose al esta-
blecimiento de salud de la ciudad el primer caso oficial de la enfermedad.
En consecuencia, como equipo teníamos que establecer el cerco epide-
miológico con todos los contactos recientes. Al llegar al domicilio de la
paciente nos reciben sus nietas, las dos mujeres atendidas en consulta
días atrás, por lo tanto, la única explicación del posible nexo epidemioló-
gico. “¡Bingo!” pensé; entonces volví a preguntar, y respondieron de la
misma manera que aquella vez.
“¿Cuál era el origen?” pensaba y pensaba. Estaba desarrollando una
desconocida faceta de detective con el fin de encontrar la verdad oculta.
El dato importante es que, con el antibiótico, las chicas habían mejorado
notablemente. Dejé la curiosidad en suspenso, para enfocarme en la re-
cuperación de la señora y establecer el cerco de una vez por todas. Esto
complicó más la situación local, porque tampoco podíamos desatender
1 MSP, Lineamientos para el diagnóstico y manejo de COVID 19 en el Ecuador, 2020, Pág. 5.
2 Dolor al tragar
3 Aumento del tamaño
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