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el resto de visitas programadas, algunas en zonas bastante alejadas. Y
la pandemia llegó más rápido de lo esperado, aún sin que encontremos
a la persona que actuó como foco inicial, con varios contagiados del
cerco epidemiológico ya establecido. “¿Quién fue?”, “¿Dónde se en-
cuentra?”, “¿Cómo estará?” eran las preguntas sin respuesta que quería
resolver.
La atención en el hogar es el mejor medio para acercar el servicio
médico del primer nivel de atención a la población, circunstancia que
requiere planificación, recursos, herramientas, metodología, con mayor
razón dentro de la emergencia sanitaria, situación desconocida por la po-
blación que exigía la presencia del equipo en los hogares, con la misma
calidad que se da en el hospital y que además provea de recursos en
gran cantidad. Sumemos que no siempre se cumplían por parte de la co-
munidad, las medidas establecidas, lo que nos presionaba e impulsaba a
enfocar el trabajo a pacientes prioritarios. Aun así, en los siguientes dos
meses, los casos disminuyeron, pero el miedo persistió, lo que modificó
la dinámica de la población y su comportamiento.
Sí aumentó la demanda en el centro de salud, pero también se ha
convertido en sinónimo de contagio. Posteriormente, llegaron notifica-
ciones desde otras unidades operativas, laboratorios particulares, sobre
pacientes confirmados, pero la experiencia ganada superó a la presión,
siendo más frecuente diagnosticar códigos cie10: U071 o U072. Ya esta-
blecíamos cercos epidemiológicos a la brevedad, evitando casos futuros.
Fueron largas jornadas, larguísimas, agotadoras. En ese sentido, al ser
un evento generalizado, una investigación realizada por profesionales
4
ecuatorianos, con una población de doscientos veinticuatro miembros del
personal de salud, arrojó que el noventa por ciento de ellos presentaron
“Síndrome de Burn Out” entre moderado y severo; es decir, el agota-
miento mental, con diversas manifestaciones, era mayor que el físico; por
lo tanto, el rendimiento disminuía con el pasar de los días. En mi caso,
como en otros, no hubiera tenido escapatoria de no ser por el auxilio reci-
bido de parte de aquel colega, médico familiar y de la comunidad, quien
con vasto conocimiento supo sostenerme en los momentos más duros,
además de apoyarme con el manejo clínico de pacientes con criterios
de gravedad. ¡Entraron en el juego y también fueron protagonistas!, mil
gracias.
Para finalizar, una pandemia como esta, en cualquier momento, lle-
gará al rincón más alejado del mundo, por utópico que parezca. El trabajo
principal radica en actuar en medio de la adversidad, con el objetivo de
4 Vinueza y colaboradores, Síndrome de Burnout en médicos/as y enfermeros/as ecuatorianos durante la pan-
demia de COVID-19, 2020, Pág. 7.
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