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a otro, fuimos testigos de cómo se duplicaron los casos contagiados y
triplicamos los sospechosos en cuestión de veinticuatro horas. El aisla-
miento preventivo llegó al punto de confinar barrios enteros, porque el
crecimiento era exponencial para una localidad tan pequeña.
En el punto más alto de contagio, sobresalió la calidad humana de
los habitantes, ya que muchos ayudaron a sus vecinos con raciones ali-
menticias, por ejemplo. Luego de meses de trabajo intenso, y jornadas
agotadoras, la calma, aunque leve, se sentía en el ambiente, pues habían
disminuido los sospechosos, otros salían del aislamiento sin presentar
síntomas y varios de los referidos volvieron a casa recuperados. Sí, claro
que hubo pérdidas, el paciente cero uno de ellos, quien pasó semanas en
terapia intensiva sin poder vencer a la Covid-19:
Agradezco a todo mi equipo de trabajo, al médico familiar de mi
unidad quien no tuvo ni un solo día de descanso, a los compañeros mé-
dicos rurales con quienes vivimos hombro a hombro esta pandemia, sin
poder regresar ni un solo momento a nuestros hogares, dejando hasta la
última gota de sudor en el campo de batalla, por el amor a la profesión
que escogimos; a la vocación de servicio.

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