Page 28 - MANIFIESTO DEL SOCIALISMO NUEVO
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MANIFIESTO DEL SOCIALISMO NUEVO





                para ponerse a caminar




        La memoria histórica ha sido recuperada. Se ha tomado una posición en el presente. Con las líneas del socialismo nuevo unas puertas se han
        cerrado, otras se han abierto. Debemos continuar.

        Luego de contar con un horizonte claro, con propuestas viables y factibles, la pregunta es ¿cómo empezar?Como siempre, la organización de la
        conciencia implica tener conciencia de la organización. La idea debe mediarse con la acción para ser eficaz, la acción debe organizarse para llegar
        al fin buscado y ambas deben mediarse con la realidad para ser válidas y efectivas. Su dialéctica es simple: si la clase trabajadora tiene asiento en
        la realidad histórica, la organización transformadora la tiene en la praxis histórica y la conciencia las une en torno al mundo  nuevo.

        Sea un partido, un movimiento, una vanguardia obrera o un comité promotor, dicha organización será “de clase”; y distinta a los partidos de nú-
        mero, en lugar de votos abstractos buscará la adhesión concreta y consciente. Su misión será histórica, no el poder eventual.

        Su finalidad será clara: contribuir a la independencia ideológica, política y organizativa de los trabajadores, promover la educación política de
        pueblo, sentar las bases para que los trabajadores se erijan en fuerza política autónoma, y trazar los lineamientos estratégicos y tácticos hacia la
        transformación de México.






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        Hoy están dadas las condiciones para liberarnos del esfuerzo. En el futuro el trabajo podrá dedicarse a la actividad humanista, artística y de be-
        neficio social.

        Hoy la administración y la dirección de la producción están al alcance de la organización democrática.

        Hoy, por las tecnologías y procedimientos, es posible la unidad del trabajo profesional, técnico y de operación.

        Hoy es un hecho la unificación de los medios de la industria, la agricultura y los servicios por la tecnología, la preparación y la organización del
        trabajo.

        Hoy, por la generalización de la información y el despertar de la sociedad civil, se dan las condiciones para  la autogestión social.

        Hoy se puede sustituir la competencia, el monopolio, la lucha por la vida, la miseria y la explotación del neoliberalismo por la distribución justa
        del esfuerzo y los beneficios.

        Pero hoy no basta conocer, la ciencia sin valores es mero saber técnico. Tampoco basta tomar conciencia, el cinismo se ha apoderado de ella y se
        puede ver la desgracia con indiferencia. No basta conocer, se requiere reconocer el significado del saber para la vida y el mundo.

        Es necesario ejercer el pensamiento como el modo de existencia universal de la humanidad, no como función intelectual de una minoría.

        Capaz de volverse espíritu con fin en sí mismo, sin el éxito pragmático; en la utopía que va más allá del realismo de las necesidades, en la teoría
        que llega a los principios que dan validez, en la crítica que abandona los dogmas, en la lucidez que rasga los velos que oscurecen la conciencia
        social con la alienación y el fetichismo.
        Es necesario también retomar el valor que tienen la responsabilidad histórica y la dignidad para acabar con los fantasmas del pasado que ator-
        mentan la mente, tales como: suponer que “el trabajador no entiende los problemas”, que “el cambio histórico está fuera del horizonte”, que
        “todo depende de un grupo protagonista”, que “la lucha debe excitar las motivaciones y la necesidad”. Son coartadas  manipulatorias.

        Esos fueron los argumentos que condujeron a la debacle  de las viejas izquierdas. Confundieron la política con el ejercicio del poder, confundie-
        ron la pobreza que brota del  trabajo con la miseria, confundieron la acción obrera con el sindicalismo, confundieron la muerte del capitalismo
        con las crisis y apostaron a su catástrofe. Hoy confunden la acción democrática con la oposición, suponen que el cambio radical no es posible y
        renuncian a tomar la iniciativa histórica. Refugiadas en las reivindicaciones civiles, olvidan que las batallas históricas verdaderas no admiten la
        contraposición entre estos planos.  El acierto estratégico consiste en ensamblar y dar orientación transformadora a las luchas por la sobreviven-
        cia, las humanas y las políticas.








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