Page 11 - URTICARIA REVISTA DIGITAL Nº 2 ENERO 2018
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ENERO DE 2018                                                                                                   REVISTA DIGITAL URTICARIA                                                                                                                             11



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                                                                               lugar.  Descubro a ese “otro” que no soy y al “nosotros” que soy con los
                                                                               “otros”.  Esa dimensión etnográfica del trabajo me sirve de guía.
                                                                               Comparto días con ellos, recolectando miel, cazando coisitos, pichis e
                                                                               iguanas, buscando frutos del monte como la doca, la algarroba y el cha-
                                                                               guar.  Sin tiempo, sin apuros, aprendiendo a escuchar, a observar, a hacer
                                                                               silencio.
                                                                               A preguntar como un niño y a aprender.  Escucho anécdotas sobre los
                                                                               espíritus cuidadores de la caza y la pesca y me sumerjo en sus creencias
                                                                               a través de las leyendas de algunos chamanes.
                                                                               La convivencia que voy logrando transforma la etapa de enamoramiento
                                                                               inicial en una mirada más sólida.  Tengo la suerte de empezar a hablar
                                                                               algunas palabras en su idioma.  Descubro a partir de las vivencias que
                                                                               el wichí es un pueblo cuya vida gira en torno a su espiritualidad. Creen-
                                                                               cias que conforman un complejo sincretismo entre la religión anglicana
                                                                               y el chamanismo.
                                                                               “Hace unos días fui a cazar con mi cuñado”, comenta Tadeo Montes.
                                                                               “Empezamos a cazar y era de noche. Yo le decía que no cacemos tanto
                                                                               pero el no me hacía caso.  Hasta que empezaron a aparecer los espíritus
                                                                               alrededor mío.  Eran una especie de sábanas blancas, que estaban a
                                                                               unos 30 m., se movían y empezaban a rodearme.  Entonces lo llamé y
                                                                               vino al lado mío para verlas.  Tuvimos tanto miedo que salimos corriendo
                                                                               y no cazamos mas nada”.
                                                                               “Cuando nos hace falta agua, los chamanes invocan a nuestros espíritus.
                                                                               Por ejemplo el Dios de la lluvia, el Dios del trueno y otros más.  Los lla-
                                                                               man durante un rato largo hasta que bajan.  Yo una vez vi uno, es una
                                                                               especie de perrito blanco que desciende del cielo a los pies del chamán.
                                                                               Entonces lo acaricia un poco, le pide lo que hace falta y lo deja subir.
                                                                               Después de eso viene la lluvia”, dice José Rodríguez, en una entrevista
                                                                               grabada en cámara.
                                                                               Ellos me hablan en voz baja, casi susurrando, porque hablar a los gritos
                                                                               significa perder la razón y el equilibrio.  Para los wichís el autoritarismo,
       Al perfil pedagógico se agrega el trabajo social, ya que los maestros in-  la violencia y la acumulación de riquezas conspiran contra la armonía
       tentan una tarea difícil. “El choque de culturas es difícil de resolver.  Las  social.  Su disposición para escuchar y observar, aún en momentos de su-
       costumbres alimentarias son un problema.  Hay alumnos que no aceptan    frimiento y dolor muy intensos, revelan un temperamento particular, que
       nuestra comida porque les da asco”, relata Silvia, la directora.  “Los niños  hace a esta gente muy simple y bella.
       están acostumbrados a la comida del monte, entonces el arroz, los fideos  Este atributo cultural, de cierta predisposición apacible incluso ante la
       y las papas, no les gustan.  Nos cuesta mucho armarles una dieta balan-  injusticia, los ha hecho vulnerables a los intereses políticos y económicos.
       ceada”.                                                                 La sensación de quietud y tranquilidad que uno encuentra al llegar a las
       El proceso de arrinconamiento iniciado hace unos años, está teniendo    comunidades contrasta con la realidad social.  Esto se explica porque los
       profundas consecuencias en los wichís, ya que la gente se ve privada de  wichí entienden que no sirve combatir fuego con fuego.  “La irresponsa-
       sus fuentes tradicionales de subsistencia.  El acceso a los territorios de  bilidad social no se cura con más de lo mismo sino con lo opuesto”, afir-
       caza, pesca y recolección está limitado.  Esta especie de colonización está  man.
       marcando de manera definitiva el destino de estos pueblos.



         II


       “programar el azar”.  Para mí, una película es un poco eso.  Poder aco-
       ger lo imprevisto en un marco dado. (Nicolás Philibert. Texto destinado
       a la Cinemateca de Quebec en el marco de una retrospectiva de sus pe-
       lículas, octubre de 2002)


       Dispongo una cámara reactiva al menor gesto.  Presencio las clases, vi-
       sito la casa de alumnos y maestros, y participo de las ceremonias reli-
       giosas de la iglesia anglicana y los chamanes aborígenes.  Me sumerjo
       en la cotidianeidad del pueblo.  Por momentos siento que estoy regis-
       trando el encuentro o el desencuentro entre dos mundos.  Me fascina
       observar, convivir en el seno de esta cultura para captar sus modos de
       funcionamiento.
       A veces me cuesta hacer coincidir mi horizonte cinematográfico, anclado
       en mi modo y experiencia de vida, con el mundo que habita esta gente.
       Por eso tengo que renovar permanentemente los lazos de su mundo con                                                 ... continua en pagina 12
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