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ocasión le regalaron algo de dinero y nos compró dulces
a todos. A las niñas era a las que más respetaba, «a las
niñas hay que cuidarlas», decía. Cuando teníamos que
escondernos para poder jugar juntos, nos recordaba que
a nuestros padres había que respetarlos porque estar a
su lado era una bendición, y cuando las intensas lluvias
de hace un año, fue él quien más cooperó para ayudar a
sacar a la familia Juárez, que quedaron atrapados por
el desbordamiento del río. Ya lo había convencido para
que se incorporara con nosotros y había aceptado, sin
embargo, hoy Luis, mi amigo, ha muerto víctima de un

tiroteo…

3.1 LOS VALORES MORALES:
EL MAYOR TESORO QUE PROFESAMOS

El debate en la sesión finalmente fue muy fructífe-
ro, los análisis de los participantes estuvieron motiva-
dos por la experiencia que había vivenciado Pedro, pero
fue más allá. ¿Quién decidía si Luis era o no una buena
persona? ¿Los valores responden a un contexto especí-
fico? ¿Qué conductas nos hacen portadores de valores
y cuáles no? El dinamizador intentó resolver algunas de
las interrogantes, con otras preguntas:

—¿Pudiéramos imaginarnos un mundo en el
que las personas no podamos diferenciar entre el
bien y el mal, en el que no existan límites y hagamos
lo que deseemos, aunque esto viole los derechos de
los demás? ¿Qué pasaría? ¿Fuera posible la
convivencia sin límites morales?...
Desde la génesis de la humanidad los seres
humanos han intentado sensibilizar a la sociedad con

el hecho de que tenemos que regirnos por un código
hacer. Si cumplimos con los mandamientos seremos
de normas e ideales de acción que constituyeran un
medio de orientación y regulación de la actividad hu- buenas personas, es decir, actuaremos acorde a su
mana como expresión de la forma en que valoramos moralidad. La Biblia es una fuente incalculable de
la realidad. De esta manera se fueron instituyendo
valores morales. Otros textos que nos propician un
conductas que reflejaban un criterio de buena o
constante reflexionar sobre los valores son las Fá-
mala persona. Por ejemplo, cuando leemos la Biblia
y nos adentramos en los siete pecados capitales nos bulas de Esopo, de Samaniego o de La Fontaine, por
está ofreciendo un modelo de lo que no debemos sólo citar algunos.