Page 85 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
—Bueno, ¿para qué otra cosa pueden ser esas lápidas?
¡Contésteme eso, querida!
—Supongo que para agradar a sus familiares.
—¡Supone que para agradar a sus familiares! —sus pa
labras estaban impregnadas de un intenso sarcasmo—. ¿Cómo
puede agradarle a sus familiares el saber que todo lo que hay
escrito ahí es una mentira, y que todo el mundo, en este lugar,
sabe que lo es? Señaló hacia una piedra que estaba a nuestros
pies y que había sido colocada a guisa de lápida, sobre la cual
descansaba la silla, cerca de la orilla del peñasco.
—Lean las mentiras que están sobre esa lápida —dijo.
Las letras quedaban de cabeza desde donde yo estaba;
pero Lucy quedaba frente a ellas, de manera que se inclinó y
leyó:
—A la sagrada memoria de George Canon, quien murió
en la esperanza de una gloriosa resurrección, el 29 de julio de
1873, al caer de las rocas en Kettleness. Esta tumba fue erigida
por su doliente madre para su muy amado hijo. "Era el hijo único
de su madre que era viuda." A decir verdad, señor Swales, yo no
veo nada de gracioso en eso —sus palabras fueron pronuncia
das con suma gravedad y con cierta severidad.
—¡No lo encuentra gracioso! ¡Ja! ¡Ja! Pero eso es por
que no sabe que la doliente madre era una bruja que lo odiaba
porque era un pillo..., un verdadero pillo...; y él la odiaba de tal
manera que se suicidó para que no cobrara un seguro que ella
había comprado sobre su vida. Casi se voló la tapa de los sesos
con una vieja escopeta que usaban para espantar los cuervos;
no la apuntó hacia los cuervos esa vez, pero hizo que cayeran
sobre él otros objetos. Fue así como cayó de las rocas. Y en lo
que se refiere a las esperanzas de una gloriosa resurrección,
con frecuencia le oí decir, señorita, que esperaba irse al infierno
porque su madre era tan piadosa que seguramente iría al cielo y
él no deseaba encontrarse en el mismo lugar en que estuviera
ella. Ahora, en todo caso, ¿no es eso una sarta de mentiras? —y
subrayó las palabras con su bastón—. Y vaya si hará reír a Ga
briel cuando Geordie suba jadeante por las rocas con su lápida
equilibrada sobre la joroba, ¡y pida que sea tomada como evi
dencia!
No supe qué decir; pero Lucy cambió la conversación al
decir, mientras se ponía de pie:
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