Page 87 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  jeto de esto último. Parece tener un esquema acabado propio de
                  él, pero no sé cuál es.
                         Su virtud redentora es el amor para los animales, aun
                  que, de hecho, tiene tan curiosos cambios que algunas veces
                  me imagino que sólo es anormalmente cruel. Juega con toda
                  clase de animales. Justamente ahora su pasatiempo es cazar
                  moscas. En la actualidad tiene ya tal cantidad que he tenido un
                  altercado con él. Para mi asombro, no tuvo ningún estallido de
                  furia, como lo había esperado, sino que tomó el asunto con una
                  seriedad muy digna. Reflexionó un momento, y luego dijo:
                         —¿Me puede dar tres días? Al cabo de ellos las dejaré
                  libres.
                         Le dije que, por supuesto, le daba ese tiempo. Debo vigi
                  larlo.


                         18 de junio. Ahora ha puesto su atención en las arañas,
                  y tiene unos cuantos ejemplares muy grandes metidos en una
                  caja. Se pasa todo el día alimentándolas con sus moscas, y el
                  número de las últimas ha disminuido sensiblemente, aunque ha
                  usado la mitad de su comida para atraer más moscas de afuera.



                         1 de julio. Sus arañas se están convirtiendo ahora en
                  una molestia tan grande como sus moscas, y hoy le dije que
                  debe deshacerse de ellas. Se puso muy triste al escuchar esto,
                  por lo que le dije que por lo menos debía deshacerse de algu
                  nas. Aceptó alegremente esta propuesta, y le di otra vez el mis
                  mo tiempo para que efectuara la reducción. Mientras estaba con
                  él me causó muchos disgustos, pues cuando un horrible mos
                  cardón, hinchado con desperdicios de comida, zumbó dentro del
                  cuarto, él lo capturó y lo sostuvo un momento entre su índice y
                  su pulgar, y antes de que yo pudiera advertir lo que iba a hacer,
                  se lo echo a la boca y se lo comió. Lo reñí por lo que había he
                  cho, pero él me arguyó que tenía muy buen sabor y era muy
                  sano; que era vida, vida fuerte, y que le daba vida a él. Esto me
                  dio una, o el rudimento de una idea. Debo vigilar cómo se des
                  hace de sus arañas. Evidentemente tiene un arduo problema en
                  la mente, pues siempre anda llevando una pequeña libreta en la
                  cual a cada momento apunta algo.






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