Page 126 - Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica (ed. Gustave Lefebvre)
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EL PRINCIPE PREDESTINADO                                131


       Todo el relato está también impregnado de lo maravilloso:  especial­
     mente el episodio central del cuento no  se explica si no es por la inter­
    vención de la magia. Este episodio ha retenido desde hace tiempo la aten­
     ción  de  los  folcloristas,  pues  es  el  ejemplo  más  antiguo  del  tema,  tan
     frecuente en los cuentos, de un rey ofreciendo la mano de su hija a aquél
     que ejecute previamente una hazaña determinada. «Pero hay —scribe G.
                                                        e
     Huet (Les Contes populaires, p. 41)- algo muy particular, que ha sido seña­
     lado por E. Cosquin en un grupo de cuentos populares rusos, polacos, fi­
     neses e indios: el héroe debe saltar hasta la tercera planta de un castillo,
     donde está la hija del rey; en un cuento del Tirol, ha de arrebatar una flor
     que tiene en la mano una joven sentada en lo alto de la columna; en un
    relato de los Avaros del Cáucaso, debe saltar por encima de una torre. Los
     héroes de los cuentos modernos realizan estas hazañas a caballo; los per­
     sonajes del cuento egipcio emplean de forma manifiesta medios mágicos,
    y la superioridad del principe de Egipto sobre sus rivales es una superio­
    ridad de mago6; la analogía entre los relatos modernos y el viejo cuento
    egipcio no es por ello menos patente».
       Estos  «medios  mágicos»,  más  poderosos  que  aquellos  que  habían
     adormecido primero y después despertado al cabo de cien años a la Be­
    lla Durmiente del Bosque, podían haber rescatado del sueño de la muer­
    te al joven príncipe que, en el curso de su vida, gracias a su magia, había
    ya triunfado ante sus rivales.

                              Bibliografía

    -Manuscrito.- Papiro Harris 500 (British Museum 10060), verso, páginas
    4 a 8 Dinastía XIX (final de Seti I o comienzos de Ramsés II).
         .
       Excelente reproducción  fotográfica en E. A. W.  B u d g e ,  Facsimiles of
    Egyptian Hieracticpapyri in the British Museum, segunda serie, Londres, 1923,
    pl. XLVIII-LII.
       Un facsímil hecho a mano (según las fotografías) en G. M ö l l e r , Hie­
     ratische Lesestücke,  II  (2.a  edición,  con  correcciones  de  Sethe),  Leipzig,
     1927, pl. 21-24.

    -Ediciones:
       G .  M a s p e r o ,  Etudes égyptiennes,  I, París,  1879, pp.  1-47 (transcripción
    y traducción comentada); -*A. H. G a r d in e r , «The Tale of the doomed
    Prince»,  en Bibliotheca Aegyptiaca,  I  (Late Egyptian Stories),  Bruselas,  1932,
    pp.  1-9.


       6   G.  Huet está influenciado evidentemente por Maspero, que traducía 1. 6,2: «Yo conjuraré
    (snt) mis piernas». Aunque esta traducción ha de ser abandonada (véase mas abajo, nota 18) está
    claro que sólo la magia podía permitir a un hombre alcanzar, saltando, una altura de treinta y
    seis metros.
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