Page 143 - Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica (ed. Gustave Lefebvre)
P. 143
150 MITOS Y CUENTOS EGIPCIOS DE LA ÉPOCA FARAÓNICA
éste consigue justificarse y se exilia; consternado, Anup mata a su mujer
y la arroja a los perros. Se trata en definitiva, con sus variantes, del epi
sodio de José y de la mujer de Putifar (Génesis 39), la historia de Fedra y
de su yerno Hipólito (en Eurípides), o la de la reina de Argos, Anteia, y
del héroe Belerofonte (litada, 155 y ss.).
Este tema de la esposa infiel desdeñada por aquél de quien se ha pren
dado, es tratado por el narrador egipcio con una ingenuidad no exenta de
destreza. Sabe dar a la acción el desarrollo suficiente como para hacerla
dramática, poniendo ante nuestros ojos una serie de cuadros donde se
mueven personajes llenos de vida y escenas donde la pasión, la indigna
ción y la cólera se expresan por medio de acentos vigorosos y verosími
les. Pero esta pequeña novela, esencialmente psicológica, debía tener,
según el gusto egipcio, algún contacto con el mundo sobrenatural; y de
hecho lo maravilloso juega ahí su papel: los animales hablan, los dioses
intervienen, el personaje principal profetiza; además, los dos hermanos
llevan nombres divinos, el mayor Anup y el pequeño Bata2, como si la
historia de estos dos hombres no fuera más que la trasposición al plano
terrestre de aventuras mitológicas acaecidas a ambos dioses, Bata y Anup
(Anubis), de los cuales se sabe que eran adorados conjuntamente en el
Imperio Nuevo, en una aldea del nomo Cinopolitano.
La magia predomina netamente en la segunda parte del cuento; es el
elemento esencial de un relato que ya no es más que una sucesión de pro
digios, de encantamientos y de «metamorfosis». Bata, el hermano menor,
exiliado en un valle solitario del Líbano, se quita el corazón del pecho y
lo pone al abrigo del extremo de la flor de un pino real; convertido en un
«cuerpo sin alma», deambula tranquilo dedicado a sus ocupaciones, solo,
hasta el día en que Pra-Harakhti hace que Khnum le fabrique una com
pañera «más bella que cualquier otra mujer». Una trenza, arrancada a su
cabellera por el Dios del Mar (pi y m ) y transportada a Egipto, informa al
faraón acerca de la existencia de esta hija de los dioses; enseguida envía a
gente para apoderarse de ella y llevarla a la corte. Promovida al rango de
gran favorita, ella no piensa más que en traicionar a su primer esposo, de
sempeñando así, en esta segunda parte del cuento, el mismo papel odio
so que la mujer de Anup en la primera parte. Reclama pues al rey que se
corte el pino sobre el cual reposa el corazón de Bata; derribado, el co
2 Cada uno de estos nombres está acompañado por el halcón totémico, determinativo de
los nombres de divinidad. Anup (Anubis), dios de los muertos, con cabeza de chacal, es bien co
nocido. Bata (lit. «alma del país») es un dios local, que aparece tardíamente en el panteón egip
cio; es invocado en un poema sobre el carro de combate del rey (ostracon de Edimburgo) y ca
lificado de «señor de Saka» (localidad del nomo de Cinopolis, en el Egipto Medio): cfr. A.
Erman, en ZAS 18 (1880), p. 94; A. H. Gardiner, en PSBA 27 (1905), p. 185; Dawson y Peet,
en JEA 19 (1933), p. 167. [N. del T.: Quizá la antigüedad de Bata sea mavor de lo que pensaba
Lefebvre: en los Textos de las Pirámides se menciona a «Bat con sus dos caras» (PT § 1096), y un
topónimo Ba-Ta (PT § 1663).]