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Habitar, conlleva a diferentes defi niciones hoy en día,
                                                                 tanto en entornos domésticos como en los espacios
                                                                 defi nidos por las fronteras nacionales. Los arquitectos
                                                                 actualmente pueden intervenir, no solo como diseña-
                                                                 dores de edifi cios, sino como parte fundamental en las
                                                                 conversaciones  y acciones sobre las políticas de  vi-
                                                                 vienda o sobre las condiciones que pueden afectar las
                                                                 maneras en que viven los refugiados en el mundo por
                                                                 solo mencionar un ejemplo, es decir, infl uir en cuestio-
                                                                 nes legales, estéticas, tecnológicas, entre otras; en un
                                                                 intento irresistible de indagar dónde estamos, como
                                                                 terminamos allí y hacia donde deberíamos ir.
                                                                 La transformación que estamos viviendo en las ciuda-
                                                                 des y pueblos del mundo provienen de procesos his-
                                                                 tóricos, estos procesos no son algo que haya ocurrido
                                                                 en los últimos cinco o diez años; se originaron mucho
                                                                 antes de eso. Debemos entender que las condiciones
                                                                 de la ciudad contemporánea, entre otras cosas, están
                                                                 estrechamente  ligadas  a  la  economía  que  infl uye  en
                                                                 casi toda la cotidianidad de los habitantes, así como,
                                                                 la migración masiva y el desarrollo de las tecnologías
                                                                 digitales que subyacen las transformaciones urbanas,
                                                                 sociales y políticas de nuestra era, un signo de la glo-
                                                                 balización y formas de interrelación humana.
                                                                 La forma en que  vemos las tecnologías es a través
                                                                 de los medios, las formas de organización y la logísti-
                                                                 ca que generan nuevas formas de estar juntos. Por lo
                                                                 tanto, la humanidad busca nuevos territorios, no solo
                                                                 físicos sino también digitales, y estas nuevas condicio-
                                                                 nes crean nuevas formas de pertenencia, nuevas for-
                                                                 mas de soberanía, nuevas formas de colectividad y de
                                                                 agenda política.
                                                                 La arquitectura permite construir discursos que se
                                                                 plasmen frente a los desafíos contemporáneos de la
                                                                 humanidad.  El  compromiso  y  la  disposición  para  en-
                                                                 frentar la evolución del perfi l que debe tomar un arqui-
                                                                 tecto es enorme, este debe dejar de ser un ente autó-
                                                                 nomo y debe comprometerse en un gran conjunto de
                                                                 transformaciones tecnológicas, procesos estéticos  y
                                                                 ser actores sociopolíticos en estructuras transversales
                                                                 que permitan defi nir la profesión como una herramien-
                                                                 ta más fl uida con capacidad de negociación.
                                                                 Analizar como habitamos en el siglo XXI, nos lleva rá-
                                                                 pidamente a refl exionar sobre la evolución en los tipos
                                                                 de espacios, las maneras en la que co-trabajamos, epi-
                                                                 sodios de colaboración e interdisciplinaridad son cada
                                                                 vez más constantes en nuestras sociedades; el que
                                                                 cada vez convivamos con personas de diversas cultu-
                                                                 ras en un mismo momento, la posibilidad de conversar
                                                                 desde América Latina con algún europeo o asiático y
                                                                 que esto sea más rápido que ir a tomar un café nos
                                                                 obliga a entender que el mundo, tal como lo plantea-
                                                                 ban Gudmand-Hoyer y Graae en aquella Dinamarca en
                                                                 la década del sesenta, es posible, pero debemos tra-
                                                                 bajar en ello.


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