Page 8 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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E l A m b ito   g e o g r á f i c o  e t r u s c o

           Uno de aquellos ámbitos geográficos específicos fue Etruria o, si se quiere, Tynhe-
        nia, cuyos límites territoriales estuvieron situados por el norte en el río Arno, que la
        separaba del área de los ligures, y por el sur y el este en el río Tiber, frontera natural
        de los etruscos con los latinos, sabinos y umbros. Por el oeste Etruria limitaba direc­
        tamente con el mar Tirreno, que de ellos tomó su nombre.
           El amplio territorio de Etruria conoció distintos paisajes que podemos englobar
        en tres subzonas geográficas perfectamente definidas y delimitadas.
           La primera se halla en el sur de tal ámbito etrusco, caracterizada por sus suelos
        tobosos, consecuencia de antiquísimas erupciones volcánicas, con abundancia, por
        lo tanto, de cráteres considerables, convertidos en zonas lacustres (lagos Bracciano,
        Martignano,  Monterosi,  Vico  Mezzano y Bolsena,  por citar los  más  importantes),
        que se alternan con riquísimos valles y llanuras. Allí, encaramadas en alturas monta­
        ñosas y siempre cerca de los cursos de agua, surgieron notabilísimas ciudades, de po­
        derosa historia: Veyes, Caere, Tarquinia, Vulci y Volsinii, entre otras.
           Por el oeste, y a lo largo de la costa, desde Fregenae hasta Pisa, puede aislarse la
        segunda subzona geográfica. Aquí el paisaje cambia totalmente con respecto a la an­
        terior. Pequeñas colinas y llanuras de aluvión, en tiempos remotos de muy poca sa­
        lubridad, y dos cursos de agua —el Cecina y el Ombrone— son los definidores de
        su relieve.  Se trata, de hecho, de dos áreas: la llamada Maremma,  esto es, la «Maris­
        ma», ámbito que acogió importantes puertos etruscos (Pyrgi, Alsium, Gravisca, Regis-
        villa), y la Etruria septentrional costera, con Vetulonia, Populonia y Volterra —ésta en
        el interior— como centros de mayor significación.
           La tercera subzona abarcó, más o menos, lo que hoy es la actual Toscana interior,
        así como una pequeña prolongación territorial que se introducía en el espacio de los
        umbros. La geografía de esta subzona es mucho más desigual que la de las anteriores,
        con climas más contrastados y con menos posibilidades agrícolas, aunque no fores­
        tales ni ganaderas.  Sus paisajes están formados por diferentes macizos montañosos
        (Amiata, Chianti, Pratomagno), numerosas colinas (entre ellas, al oeste, las genéricas
        Colline Metattifere), valles fluviales, tributarios del Tiber y del Amo y de otros ríos se­
        cundarios (Chiana y Elsa), y por un gran lago de origen tectónico,  el famoso Trasi­
        meno. Arretium (Arezzo), Cortona y Clusium (Chiusi), junto con Perusia (Perugia),
        fueron sus ciudades más señaladas.
           Sin embargo, Etruria llevó muy pronto sus asentamientos más allá del territorio
        que sucintamente se acaba de reseñar. Por el norte, tras rebasar el Arno, ocupó la lla­
        nura padana (valle del río Po), alcanzando Piacenza, Milán y el territorio de los véne­
        tos. Asimismo, por el sur traspasó el Lacio y el río Tiber, asentándose en la riquísima
        llanura campana (región de la Campania), cuyo centro principal era Capua.



        La s  p o b l a c io n e s  n e o l ít ic a s
        y  la E d a d   d e l B r o n c e

           La península itálica, dada su favorable y abierta posición geográfica, estuvo ya ha­
        bitada desde las épocas más remotas del Paleolítico, según se sabe por el diverso ma­
        terial, sobre todo achelense, musteriense y auriñaciense, que ha sido recuperado en


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