Page 11 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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siempre de subsistencia), y por ello seminómada —el poblado de Luni sul Mignone,
        descubierto por C. E. Ostenberg, tuvo, como excepción, carácter de enclave perma­
        nente—, con ritos funerarios de inhumación, que muy pronto serían sustituidos por
        los de incineración, cambio al que contribuyó en buena parte la llegada de gentes in­
        doeuropeas, ya presentes a finales de la Edad del Bronce. El cuadro social descansa­
        ría en gentes unidas por lazos tribales, entre las cuales la acumulación del ganado y
        el control del metal marcaban las pautas de riqueza.
           Diferentes materiales micénicos (sobre todo cerámica), hallados en las costas ita­
        lianas meridionales, sicilianas y sardas y también en yacimientos apenínicos de Apu­
        lia, Lucania y Campania, así como en la zona sureña de Etruria (montes de la Tolfa)
        —como ha señalado M. Torelli—, fechados entre los siglos xiv y xn a.C., demues­
        tran que, además de contactos comerciales de intercambio indirecto, la península ita­
        liana fue objeto de atención por gentes del otro lado del Adriático, deseosas no sólo
        de productos agrícolas, sino también de ámbar, alumbre, esclavos, moluscos —la es­
        pecie murex, sobre todo— y, especialmente, de los recursos mineros itálicos.
           La presencia micénica se vería reflejada muchísimo más tarde en los recuerdos de
        la llegada de héroes helenos a Italia, que la habrían visitado mucho antes de que se
        produjese la gran colonización griega.


        La  p r e s e n c ia  in d o e u r o p e a  e n  I t a lia

           Hacia finales del segundo milenio (alrededor del 1200 a.C), la aparición de nue­
        vas técnicas, entre ellas, las posibilitadas por el empleo del hierro, originó consecuen­
        cias de gran alcance, motivadas en muy buena parte por la serie de desplazamientos
        de pueblos coincidentes en el tiempo con la manipulación de tal metal. Tanto el
        Próximo Oriente como el Mediterráneo se vieron convulsionados por la irrupción
        de unos pueblos, etiquetados por los estudiosos con el nombre de indoeuropeos.


        Lasfases subapenínicay protovillanoviana

           En Italia, la presencia de aquellas gentes, ya a finales de la Edad del Bronce y co­
        mienzos de la del Hierro, no sólo modificó el cuadro arqueológico y étnico, sino que
        también provocó la desaparición de las terramare y el nacimiento de dos nuevas fases
        culturales, de muy difícil estudio por la precariedad de la documentación llegada: la
        subapenínica —en realidad, las últimas manifestaciones de la apenínica— y la protovi­
        llanoviana, debida ésta a nuevas gentes establecidas al norte y al sur del Apenino tos-
        co-emiliano, cuyo gran centro prehistórico (Villanova di Castenaso),  cerca de la ac­
        tual ciudad de Bolonia, dio, a partir de  1856, nombre a tal civilización.
           Durante el desarollo de estas dos nuevas fases, que fue lento y progresivo, no ce­
        saron de arribar a tierras italianas gentes de la Europa central y del ámbito egeo que
        aportaron nuevas ideas y logros materiales que se manifestaron en multitud de aspec­
        tos: en el hábitat (viviendas de mayores dimensiones, caso del gran edificio o anak-
        taron de Luni sul Mignone), en el desarrollo de un nuevo armamento (hacha de ale­
        tas,  espada larga),  en la cerámica (nuevo  repertorio  decorativo),  en  los  sistemas  de
        producción de bienes materiales (acumulación de riquezas) y también en el modo
        de entender la vida de ultratumba (túmulos de Crostoletto di Lamone).

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