Page 35 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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el lamento vehemente
entonaba el primero,
colocando sus manos asesinas
sobre el pecho de su buen compañero,
sollozando muy abundantemente,
como un león de copiosa melena
al que, precisamente, ha arrebatado
secretamente un flechador de ciervos
de en medio de la espesura del bosque
sus cachorros, y él se aflige por ello
al llegar después de que ha sucedido,
y numerosos valles él recorre
tras las huellas del hombre, rastreando,
por si en algún sitio lo encontrara,
pues muy áspera cólera se va
apoderando de él;
así, exhalando profundos suspiros,
con clara y fuerte voz hablaba Aquiles
entre los mirmidones:
«¡Ay, qué palabras ciertamente vanas
las que fuera de mí eché aquel día,
cuando intentaba yo en mi palacio
dar ánimos al héroe Menetio,
pues le aseguraba que a Opunte
de vuelta a su hijo traería
en varón muy ilustre convertido,
después de haber la sagrada Ilion
saqueado y su correspondiente
parte obtenido en el botín de guerra.
Pero no, no da Zeus cumplimiento
a todos los proyectos de los hombres:
pues está por ei destino dispuesto
que ambos la misma tierra enrojezcamos
aquí en Troya, puesto que de vuelta
no habrá de recibirme en su palacio
Peleo el viejo conductor de carros
ni tampoco lo hará mi madre Tetis,
antes bien, aquí mismo, en su seno
me retendrá prisionero la tierra.
Pero ahora, Patroclo,
puesto que ya sin duda he de ir
yo bajo tierra más tarde que tú,
no te tributaré
los últimos honores
antes de que aquí yo haya traído