Page 39 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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yegua aún sin domar y de seis años,
y de un mulo potrillo embarazada;
íuego depositó para el tercero
un hermoso caldero
nunca al fuego puesto todavía,
cuya capacidad cuatro medidas
alcanzaba, y brillante aún.
Para el cuarto propuso
dos talentos de oro;
y para el quinto ofreció un caldero 270
provisto de asa a uno y otro lado
y aún intacto del fuego,
tal como fue hecho;
y poniéndose en pie entre los argivos
Íes dijo estas palabras:
«¡Hijo de Atreo y demás aqueos
de hermosas grebas!, éstos son los premios
aquí depositados,
entre la concurrencia,
que están los aurigas esperando.
Si ahora mismo nosotros los aqueos
celebramos juegos funerales
en honor de algún otro,
sin duda alguna entonces 275
yo obtendría los primeros premios
y a mi tienda yo me los llevaría,
pues que todos sabéis en valor cuánto
a los demás exceden mis corceles,
porque son inmortales,
que se los procurara
Posidón a mi padre, a Peleo,
y él, a su vez a mí me los cedió.
Pero, por cierto, aquí hemos de quedamos
quietos a un tiempo yo y mis caballos
de sólidas pezuñas, pues perdieron
la noble gloria de tan dulce auriga, 280
que bien de veces aceite untuoso
de arriba abajo en sus crines vertía
con agua clara habiéndolas lavado;
y ellos dos, a pie firme, por él lloran,
sus crines apoyadas en el suelo,
y los dos se están quietos,
de corazón bien apesadumbrados.»
(Traducción de A. López Eire)
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