Page 44 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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porque yo soporté lo que hasta ahora 505
ningún otro mortal sobre la tierra:
a mis labios llevarme yo la mano
del varón asesino de mi hijo.»
Así dijo, y en él suscitó entonces
de gemir por su padre fuerte anhelo,
y, tomándole entonces la mano,
dulcemente de sí apartó al anciano.
Y entrambos, recordando, bien lloraban,
uno por Héctor, matador de hombres,
lágrimas abundantes derramaba 510
hecho un ovillo ante los pies de Aquiles,
y éste a veces, en cambio, por Patroclo;
de entrambos el gemido se elevaba
por las estancias todas resonando.
Mas cuando ya se sació su llanto
Aquiles el divino,
y ya de sus entrañas y sus miembros
su vehemente deseo se alejó,
al punto levantóse de su asiento 515
y, asiéndole la mano,
al anciano ayudaba a levantarse,
pues le compadecía
por su cabeza cana
y por su cana barba,
y, entonces, en voz alta
a él aladas palabras dirigía:
«¡Ay, infeliz, cuántas calamidades
tú, efectivamente
has soportado dentro de tu pecho!
¿Cómo te has atrevido a venir solo
aquí, cabe las naos de los aqueos,
ante los ojos del varón aquel 520
que hijos muchos y nobles te mató?
Esta saga ha sido muy tratada, tanto en el arte griego como en el
romano. Ya lo fue en un espejo, datado hacia 570-560 a.C.118; en va
sos áticos de figuras negras; en un lecito ático del 500 a.C.; en un
lecito del pintor de Edimburgo, de la misma fecha; en un ánfora
del 540-530 a.C.; en un ánfora datada en tomo al 560 a.C.; en un án
fora tirrénica de Caere, del 570 a.C.; en un lecito del 510-500 a.C.; en
118 Ibtd., 148, lám. 121, n. 642.
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