Page 162 - ¿Y si quedamos como amigos?
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             —Tengo contactos.
             Abrí el estuche y metí el disco en el reproductor.
             —¿Lo viste?
             —Ni hablar. No sin ti.

             Yo no sabía si habría tenido tanta fuerza de voluntad.
             Me acurruqué en el sofá junto a  Levi. Ambos nos pusimos a cantar la sintonía de
          Buggy y Floyd a viva voz.
             —¡Ay! ¡Qué emoción!

             Hice ademán de darle a Levi un puñetazo amistoso pero me contuve. En verdad, no
          quería golpear a un hombre indefenso.
             El especial duraba una hora, así que tuvimos doble ración de Buggy. Fue un episodio
          sorprendentemente emotivo. Por lo general, Floyd sacaba a Buggy del embrollo en el

          que se hubiera metido. Esta vez, en cambio, lo dejó solo a los cinco minutos.
             —¡Eres más tonto que Abundio, que corría solo y llegó segundo! —exclamó.
             —¿Quién  era  Abundio  y  por  qué  corría?  —replicó  Buggy,  con  la  consiguiente
          carcajada del público del estudio.

             —Eres  un  hombre  hecho  y  derecho,  Theodore  —Floy  había  usado  el  verdadero
          nombre de Buggy por primera vez, que yo recordara—. Ya es hora de que te comportes
          como tal —y se marchó.
             —¡Órale! —exclamé—. No puedo creer que Floyd haya hecho eso.

             Yo sabía que eran personajes de ficción, pero aquello no me parecía propio de ellos.
          No estaba segura de querer seguir viendo el episodio. Me gustaba recordarlos como
          una pareja divertida que siempre estaba como el perro y el gato.
             —Ya —asintió Levi en voz baja—. O sea, es un milagro que no lo haya hecho antes.

          Con lo cascarrabias que es…
             Puse la pausa.
             —¿De verdad acabas de llamarlo “cascarrabias”?
             —Pues…  sí  —me  miró  con  incredulidad—.  Floyd  siempre  se  está  quejando  de

          Buggy y de la sociedad en general. No para de comentar lo absurdas que son ciertas
          cosas. Es chistoso, claro que sí, pero sólo era cuestión de tiempo que se hartara de su
          amigo.
             —Reconocerás que Floyd tiene razón en casi todo.

             Levi se echó a reír.
             —¡Oh, Dios mío! ¡Sí! ¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta hasta ahora?
             —¿De qué?
             Me señaló.

             —Tú eres Floyd.
             —¿Que yo soy qué?


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