Page 160 - ¿Y si quedamos como amigos?
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También se había recogido el pelo con una liga plateada. Levi se había puesto jeans y
una sudadera. Incluso Danielle, que había quedado con unos amigos después de cenar,
llevaba falda. Yo hice un esfuerzo y me puse unos bonitos jeans oscuros con un top
cruzado de lentejuelas moradas.
—¡Eh, Adam! —saludó Levi a mi tío, que estaba sentado en el sofá—. No sabía que
tendríamos chambelán. ¡Será mejor que regrese el barril de cerveza!
Adam se rio.
—Cómo crees.
—¡Me extraña que no hayas salido esta noche a romper corazones, Adam! —bromeó
Levi.
Mi tío se sonrojó. Tenía muchísimo éxito con las damas; era un seductor.
—Cenará con nosotros y luego se irá —aclaré.
Por lo visto, todo el mundo tenía plan esa noche. Incluso mi papá se había ido a la
fiesta que daban los Rodgers. A mí me habían invitado a un par de lugares, pero me
había rehusado. A Levi no le apetecía ir muy lejos en aquellas condiciones, pero
tampoco quería quedarse en casa con todos los amigos de sus padres compadeciéndolo.
Lo iban a operar dentro de un par de días, así que, como es comprensible, estaba algo
decaído.
Los cinco nos acomodamos en la mesa del comedor. Aquella noche no fui creativa;
no sabía qué tipo de cocina le gustaba a Stacey, y Levi no fue de gran ayuda. Preparé
una clásica ensalada césar, ñoquis de ricota con crema al pesto y omelette noruega de
postre.
—¡Oh! —exclamó Stacey con la boca llena—. Está riquísimo.
Bueno, sí, a lo mejor quería impresionarla, sólo un poquito.
—Vaya —me dijo Danielle frotándose la barriga—, tendré que dejar de ser tu amiga
si quiero que me quepa el vestido que me compré para el baile de invierno.
—Sólo faltan seis semanas —le recordé.
—Ya, me tomé un descanso —miró el trozo de omelette noruego que la tentaba desde
el centro de la mesa—. De momento, seguiré atascándome. Ya me preocuparé por el
baile el año que viene —miró el reloj—. Me quedan menos de cuatro horas.
—¿Ya sabes con quién irás? —le preguntó Stacey a Danielle.
Ella enarcó las cejas.
—Le eché el ojo a un baterista.
—Uy… —bromeé—. ¿No sabes lo que dicen de los bateristas?
—Que tienen buena vibra —replicó Danielle impertérrita.
—No —Levi me miró—. Dicen otra cosa. ¿Me la recuerdas, Macallan?
—Uy, que se dan autobombo para tener más éxito con las chicas —empecé.
Levi fue tan amable de continuar.
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