Page 158 - ¿Y si quedamos como amigos?
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             Retrocedí  y  me  limité  a  observar  cómo  él  hacía  equilibrios  sobre  una  pierna  y
          sujetaba a duras penas las muletas para poder abrir el casillero. Cuando lo consiguió,
          tuvo que saltar hacia atrás para hacerle sitio a la puerta. Se le cayó una muleta cuando
          intentaba agarrar la bolsa del almuerzo.

             Por suerte, yo ya me lo temía y la atrapé antes de que tocase el piso.
             —Mira, si quieres te preparo la comida y te la traigo. A mí no me cuesta nada —me
          ofrecí.
             —Yo puedo hacerlo —rezongó.

             Le tomé el pelo:
             —Ay, pobrecito, mira que ofrecerme a prepararte el almuerzo. Con lo poco que te
          gusta mi cocina…
             Danielle se acercó en aquel momento.

             —¿Cómo? ¿Te estás ofreciendo a cocinar? ¿Y qué hay que hacer para conseguir una
          ensalada de pollo?
             —Lesiónate —le espetó Levi.
             Miré a Danielle negando con la cabeza.

             —Tiene un mal día.
             —No hables de mí como si no estuviera aquí —gruñó Levi.
             —Ándale —agarré su bolsa del almuerzo y los tres nos encaminamos a la cafetería
          —. Si estás de tan mal humor, a lo mejor prefieres sentarte solo.

             —Lo siento —repuso con voz queda—. No quería portarme como un…
             Yo fui tan amable de terminar la frase por él.
             —Grosero. Desagradecido. Amargado. Un grano en el culo.
             —Sí —una sonrisa empezó a iluminar su cara—. Todo eso y más.

             Le dejé el almuerzo en la mesa, agarré las muletas y las apoyé contra la pared.
             —Al menos lo reconoces. Y también espero que seas consciente de lo increíble que
          soy yo.
             —Desde luego —sonrió mientras sacaba su lonchera—. ¿Cómo pude olvidarlo?

             —Pues no lo sé, la verdad —apoyé la barbilla en la mano—. ¿Cómo pudiste?
             Danielle gimió.
             —No puedo creer lo deprisa que se reconciliaron. Es casi enfermizo, de verdad.
             —Es que Levi necesita que le recuerde constantemente lo mucho que depende de mí.

             Sabía  que  a  Levi  no  le  hacía  ninguna  gracia  que  insistiera  en  ello,  aunque  fuera
          verdad. Sólo le estaba tomando el pelo porque tenía la sensación de que él se sentía
          mejor cuando lo hacía.
             Típica actitud masculina.

             —¿Y qué planes tienen para las vacaciones? —preguntó Danielle.
             Sólo faltaban unos días para Navidad.


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