Page 39 - ¿Y si quedamos como amigos?
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          de la cuenta.

             Antes de que yo pudiera responder que no tenía la menor intención de separarlas,
          Emily me cortó para aclarar:
             —No digo que… —titubeó un momento—. Me alegro de que vinieras. Espero que no

          me malinterpretes.
             —No, lo entiendo perfectamente.
             —De todas formas… —Emily se irguió, y supe que la conversación también iba a
          cambiar de tono— conozco a una persona que no tendrá ningún problema en formar
          parte del círculo de Keith el año que viene.

             Enarcó las cejas con ademán travieso.
             ¿A quién se refería? A mí no, eso seguro.
             —Macallan. Hace un tiempo Keith estaba loquito por ella. No me extrañaría que aún

          lo estuviera.
             Juraría que los ojos casi se me salieron de las órbitas.
             Emily se echó a reír.
             —¿Te sorprende que un chico esté interesado en Macallan?
             —No, no, para nada.

             En realidad, alguna que otra vez me había preguntado por qué nunca me hablaba de
          chicos. Había supuesto que reservaba ese tipo de conversaciones para sus amigas.
             —Sí,  cuando  estábamos  en  sexto.  Pero  a  ella  no  le  interesaba  Keith,  ni  nada  en

          realidad, después de que su mamá…
             La frase inacabada de  Emily proyectó una sombra sobre nosotros, como una nube
          negra. Yo siempre evitaba mencionar a la madre de Macallan. Sabía que lo correcto
          habría sido decirle lo mucho que sentía su pérdida si se presentaba la ocasión, pero
          nunca encontraba el momento. Macallan siempre me hablaba de su padre, de su tío, de

          la escuela…, casi nunca de su madre.
             —No sé cómo le hace para llevarlo tan bien.
             No  sólo  me  sorprendió  que  aquellas  palabras  hubieran  salido  de  mi  boca,  sino

          también la timidez con que las pronuncié.
             Emily agachó la cabeza.
             —Fue horrible. Espantoso. Ojalá hubieras conocido a Macallan antes de que muriera
          su mamá. Era otra persona. Siempre estaba sonriendo y riendo. No digo que ahora vaya
          por ahí con cara de funeral, pero fue… muy fuerte.

             Estaba seguro de que “muy fuerte” era decir poco.
             —Pero te digo una cosa: últimamente está mucho mejor.  Como cuando empieza a
          hablar de las clases de cocina o de las recetas nuevas que ha aprendido. Y, además, no

          sé si te das cuenta de lo mucho que tu mamá la está ayudando.
             Asentí.  Tenía  clarísimo  que  Macallan  adoraba  a  mi  mamá.  Me  había  ayudado  a


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