Page 63 - ¿Y si quedamos como amigos?
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             Debería  haber  experimentado  alivio  cuando  la  llamada  finalizó,  pero  sólo  sentía
          miedo. Por más que quisiera borrar aquella horrible noche de mi pensamiento, sabía
          que algunos recuerdos son más persistentes que otros.
             Sobre todo, los recuerdos dolorosos.


          Me  había  mentido  a  mí  misma  muchas  veces  a  lo  largo  de  los  años. Y  mi  mentira
          favorita era “Todo irá bien”.
             Sí, todo iría bien.
             Vas a crecer sin mamá, pero todo irá bien.

             Te  despertarás  cada  mañana  y  comprenderás  que  no  tuviste  una  pesadilla,  que
          sucedió realmente. Pero todo irá bien.
             Tendrás que guardar un secreto que podría destruir la relación con tus dos mejores
          amigos, pero todo irá bien.

             En el fondo, mentir se me daba fatal.
             En cambio, me había vuelto una experta en el arte de disimular. Evitaba encontrarme
          con Emily y con Levi al mismo tiempo. Evitaba hablar de su relación con cualquiera de
          los  dos.  Evitaba  cualquier  tema  de  conversación  relacionado  con  fiestas,  Troy,  mi

          dormitorio, traumas, etcétera.
             Lo conseguí durante tres meses enteros.  Tres meses sin concederme permiso a mí
          misma  para  ser  totalmente  sincera.  Tres  meses  vigilando  cada  una  de  mis  palabras,
          cada uno de mis movimientos. Tres meses de completa y absoluta tortura.

             Cuando la nieve se fundió y los primeros rayos de sol empezaron a asomar entre las
          nubes, pensé que quizá hacia el verano ya lo habría superado. A principios de abril, vi
          abrirse una flor mientras caminaba hacia la cafetería de la escuela.  Lo consideré un
          buen presagio.

             Danielle me llamó por gestos desde nuestra mesa de siempre.
             —Adivina a quién me encontré ayer.
             —¿A quién?
             Saqué mi lonchera con el almuerzo: zanahorias y hummus casero.

             —A Ian.
             Movió las cejas con expresión traviesa.
             —¿Ian?
             Suspiró.

             —Ian Branigan, de tu fiesta de Año Nuevo.
             Oh. Casi había olvidado que aquella noche habían sucedido más cosas.
             —Sí. Y parecía muy interesado en saber qué tal te va últimamente.
             —¿Y?

             —“¿Y?”, responde ella —comentó Danielle sin dirigirse a nadie en particular.


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