Page 68 - ¿Y si quedamos como amigos?
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                                                 CAPÍTULO OCHO





          Pensaba que tener novia y una amiga íntima me ayudaría a entender mejor los misterios

          de la mente femenina.
             Me equivocaba.
             La relación con Emily se enrareció muchísimo. Siempre que estaba conmigo se ponía
          superentusiasta. Y cada vez que yo mencionaba el nombre de Macallan, se echaba a reír
          y cambiaba de tema.

             Con Macallan, las cosas no iban mucho mejor. Antes, siempre que yo nombraba a
          Emily, sonreía. Últimamente, ponía cara de tristeza.
             Un amigo mío de California tenía la teoría de que las dos estaban enamoradas de mí

          y se estaban peleando por mi corazoncito.
             Sí, claro. A lo mejor en sueños.
             Evitaba hablar de Macallan con Emily y viceversa. Siempre y cuando el nombre de
          Emily no saliera a colación, todo fluía con normalidad entre mi mejor amiga y yo. Así
          que  estaba  deseando  asistir  a  la  competición  de  la  secundaria  y  coincidir  allí  con

          Macallan y con Danielle.
             Nos sentamos en las gradas, con Macallan entre los dos. Ella se llevó la mano a la
          frente para protegerse los ojos del sol.

             —Menos  mal  que  traje  bloqueador  —dijo  mientras  rebuscaba  en  la  bolsa  para
          aplicárselo en la cara y los brazos. El pelo de Macallan me gustaba más que nunca en
          primavera  y  en  verano;  al  sol,  adquiría  un  tono  rojizo  con  reflejos  anaranjados.  En
          cualquier interior, sin embargo, tenía el mismo aspecto que en otoño.
             Seguía haciendo guiños para poder mirar la pista.

             —Toma,  ponte  mis  lentes  oscuros—le  dije. Yo  me  había  llevado  una  gorra  para
          evitar las molestias del sol.
             —Oh  —Danielle  le  dio  un  codazo  a  Macallan—.  Mira…  allí  está  Ian,  haciendo

          estiramientos.
             No vi la reacción de Macallan, pero en cualquier caso hizo reír a Danielle.
             “¿Quién  es  Ian?”,  pensé.  Seguí  sus  miradas  y  vi  a  un  chavo  que  estiraba  las
          pantorrillas  y  luego  corría  sin  desplazarse  con  las  rodillas  muy  levantadas.  ¿Acaso
          Macallan lo conocía? No recordaba que me hubiera hablado nunca de un tal Ian.

             Lo  observé.  Era  alto  y  delgado,  con  el  cabello  oscuro  y  chino  por  las  puntas.
          Supongo que se podría decir que era guapo, si te gustan los chavos desgarbados. O sea,
          yo era bastante desgarbado también. ¿Significaba eso que yo era el tipo de Macallan?

             Ian se colocó en la línea de salida con otros siete corredores. Él ocupaba el carril


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