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Esta estructura trae a colación una visión constructivista de la educación, que nos recuerda la
importancia de la llamada Zona de Desarrollo Próximo (ZDP) de Vigotsky, esto es, la distancia entre
lo que el alumno/a puede resolver por sí solo, y lo que podría realizar con la ayuda o guía de un
adulto o con la colaboración de iguales más expertos (como es el caso). Por consiguiente, está
pensada para fomentar la interacción mutua, la responsabilidad individual y la participación
equilibrada de los alumnos/as.
La segunda estructura cooperativa que ha captado nuestro interés se llama “MAPA CONCEPTUAL
A CUATRO BANDAS”, cuyo objetivo es realizar un mapa conceptual que resuma todo lo que se ha
trabajado en clase.
En particular, esta estructura consiste en que, cada vez que el maestro/a acabe un tema, los
diferentes grupos deberán elaborar un mapa conceptual que resuma todo lo trabajado en el tema
correspondiente. El maestro/a actuará como guía a la hora de decidir qué apartados se incluirán en
dicho mapa y, a continuación, a cada grupo se le repartirán las partes del tema, para posteriormente
juntarlo y elaborarlo conjuntamente. Por último, una vez retocado, se le repartirá una copia a cada
alumno, con el fin de que les sirva como material de estudio.
En nuestra opinión, el “mapa conceptual a cuatro bandas” es una herramienta que puede sernos útil
en el futuro en nuestra práctica como docentes, puesto que, tal como ocurría con la estructura
anterior de las “tareas puzzle”, ayuda a fomentar de manera sencilla y práctica la interacción mutua
entre los miembros del grupo, la responsabilidad individual y la interdependencia positiva, al margen
de otros aspectos como la comprensión lectora, la capacidad de síntesis o la reflexión crítica.
En tercer lugar, otra de las estructuras cooperativas escogidas es la que se conoce con el nombre de
“LA PLANTILLA ROTA”, cuyo objetivo es buscar la respuesta uniendo las diferentes partes de la
misma que tiene cada miembro del grupo.
Básicamente la actividad consiste en plantear un tema o una pregunta y darle a los alumnos la
respuesta fragmentada en cuatro partes. Cada alumno del grupo tiene una parte de la respuesta y,
debatiendo con sus compañeros, en un tiempo dado, han de reconstruir conjuntamente la respuesta
para compartirla posteriormente con el resto de la clase.
En este caso, la dificultad estriba en llegar a un acuerdo, por lo que, además de la interacción
simultánea y la interdependencia positiva, se refuerzan aspectos como el respeto frente a opiniones
diferentes, la tolerancia a la frustración o la aceptación.
Finalmente, la última de las estructuras simples de aprendizaje cooperativo que hemos seleccionado
es la de la “LECTURA COMPARTIDA”.
Tal como su nombre indica, se trata de una actividad de lectura en equipo. De manera que la
dinámica de la estructura es la siguiente: un miembro del equipo lee el primer párrafo y los demás
tienen que estar muy atentos, porque el alumno que interviene a continuación (que puede ser, por
ejemplo, el que está a su lado siguiendo la dirección de las agujas del reloj), lo que tiene que hacer
es resumir o explicar brevemente con sus palabras lo que acaba de leer su compañero/a, mientras
que los otros dos miembros restantes del equipo deben decir si están de acuerdo o no, con dicha
intervención (matizando, corrigiendo, etc., en definitiva, evitando, en la medida de lo posible que el
alumnado se limite, sin más, a aceptar el resumen de manera automática, esto es, sin una reflexión
previa del contenido).
Posteriormente, se repite el proceso: el estudiante que ha hecho el resumen del primer párrafo (el
segundo), lee seguidamente el segundo párrafo, y el siguiente (el tercero) deberá hacer un resumen
del mismo, mientras que los otros dos miembros restantes (el cuarto y el primero) deberán decir si el
resumen es correcto o no. Y así sucesivamente, se repetirá el proceso hasta que se haya leído todo
el texto.
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