Page 5 - libro de los detalles plasticos en el arte romanico.Fernando Ezquerra Lapreta
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A modo de introducción
El libro electrónico que tienes en tu pantalla nació con la voluntad de hacer
reflexionar sobre la importancia que tienen los detalles plásticos en el Arte Románico.
Ante una iconografía de esa época histórica tan especial, uno no deja de sorprenderse
jamás. Cuando menos lo esperas, descubres un nuevo matiz artístico en una imagen
que te vuelve a hacer pensar. Y, entonces, te replanteas, una vez más, las ideas que
tenías sobre un determinado conjunto de imágenes. En alguna ocasión, nuestros ojos 4
se quedan atónitos al descubrir que la mirada nos ha llevado a ver un error que es
inconcebible en hombres tan bien preparados intelectualmente como eran los teólogos
redactores de los diferentes programas iconográficos del Arte Románico. Pero, todavía
sorprende más encontrar errores en lugares paradigmáticos como es el caso del
interior del claustro del monasterio de Santo Domingo de Silos. ¿Cómo es posible que,
en dos de sus magníficos relieves, el conocido como de Pentecostés y el de la Duda
de Santo Tomás, se olvidasen de poner el nombre de Santiago el Mayor, el Zebedeo, el
hermano de San Juan Evangelista?
No únicamente eso. Se identifican a dos apóstoles con dos antropónimos que
hacen referencia al otro Santiago, al Menor. En sus aureolas o nimbos alguien labró
estas dos inscripciones: Iacobus frater Domini, Iacobi Minoris. De forma inconcebible,
en el claustro de Santo Domingo de Silos, el que esculpió los nombres de los doce
apóstoles que acompañan a Jesús, se olvidó del nombre de Santiago el Mayor e
identificó dos esculturas con dos nombres que le corresponden al otro Santiago, al
Menor. Con esto, no solo se descuidó del antropónimo del patrón de España, sino que
omitió el nombre del santo cuyo camino de peregrinación, desde Soria, pasaba
precisamente por este mismo monasterio. Y esto sí que era una evidencia. Por eso, en
otro relieve, el conocido como el de los discípulos en el camino de Emaús, se connota a
Jesús con la concha o venera de peregrino del camino de Santiago.
¿Cómo nadie vio este error? ¿Por qué no se borró una de las inscripciones y se
sustituyó por la que faltaba? ¿Es verdad que nadie se dio cuenta de este error cuando
leyeron los nombres, pues sus monjes lo hacían cada día, cuando caminaban por el
interior del claustro? Lo más sorprendente: ¿por qué, nunca, nadie con autoridad en la
comunidad monástica se tomó la molestia de corregirlo o, por lo menos, hizo que se
corrigiera? Queda una pregunta: ¿este error se realizó de manera intencionada?