Page 10 - libro de los detalles plasticos en el arte romanico.Fernando Ezquerra Lapreta
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fiel israelita expone su caso al Señor (v. 4), apelando a la justicia de Dios (v. 9). El
                  hecho de encontrarse en el Santuario (v. 8) es para él una prueba de su inocencia,

                  porque  ningún  impío  podría  gozar  de  ese  privilegio  (vs.  5-6).  Para  hacer  más
                  apremiante  su  oración,  el  salmista  menciona  a  sus  enemigos,  que  lo  acusan

                  calumniosamente (vs. 9-11). El Salmo concluye con una expresión de confianza en el
                  Señor, que bendice a los justos y los protege como un escudo (vs. 12-13).” (El libro del

                  pueblo de Dios, La Biblia)

                         En la Liturgia cristiana, este salmo V se canta (o recita) en los Laudes del lunes
                                                                                                             9
                  de la I semana.

                         En el tímpano, se labró el versículo 12, del capítulo V del Apocalipsis: “Digno
                  es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza,

                  el honor, la gloria y la alabanza.”

                         En la Liturgia cristiana, este Cántico del Apocalipsis se canta (o recita) en las

                  Vísperas del martes de la I semana. Es el himno de los salvados, de los redimidos por
                  la sangre del Cordero.

                         El teólogo redactor que ordenó labrar estos dos versículos conocía muy bien

                  tanto el significado simbólico como la relación teológica que se establecía entre ellos.

                         Además, al releer el último versículo del Salmo V: “Porque tú, Señor, bendices
                  al  justo,  como  un  escudo  lo  cubre  tu  favor”,  el  crismón,  colocado  en  la  puerta  de

                  entrada de un templo cristiano, toma todo su significado teológico.

                         Está  claro  que  los  artistas  del  románico  eran  buenos,  pero  los  teólogos

                  redactores  de  los  diferentes  programas  iconográficos  también  lo  eran.  Pero,  sin
                  embargo, son los grandes olvidados de la historiografía románica.  Este primer ejemplo

                  ha servido para poner de manifiesto que el Arte Románico, al menos algunas de sus
                  iconografías,  no  estaba  pensado  en  clave  de  ser  comprendido  en  su  esencia  más

                  profunda por personas analfabetas, eso de la Biblia pauperum.
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