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hombre de cienc1a, )ohnston procedió a dt!scubrir una tras otra la:. leyes que rigen
los angulos de escritura, la proporción eh-' las Jet ras y la talla de la pluma. En 1899
fue nombrado profesor de la Central School of Arts and Crafts y. aunqtw la primera
promoción contó con un reducido número de alumnos. éstos pasarían a ser, de
alguna manera, los ap6stoles de e:;te arte. En t9o6 Johnston publicó 'lU célebre
manual, Wnting. and 1/luminating and Lettering. que constituye un clá:.ico y un
manifieslo. De esta fecunda docencia nacerían muchas vocaciones y. tant!l en Europa
como en Estados Unidos. los alumnos de )ohnston serían innumerables. Nombremos,
por orden cronológ•co, a Eric Gil!, Graily Hcwitt, Percy Smith y, procedente de
Alemania, Anna Simons, que se convirtió en una de sus mejores discípulas.
En 1921 se ft~ndó por fin la Society of ScribPs anclllluminators. La caligrafía
reconquistaba su rarta de nobleza y volví<J a ser oficial. Esta sociedad organizó
importantes exposiciones en Estados Unidos (en 1930 y 1938), por íníCJ<ltiva del
American 1 nstilute of Graphic Arts, así como en París ( 1931) y en Copc:nhngue
(1932). Más recientemente, debemos rec.ordar las mamfestaciones y exposidone:-;
del Victoria ancl Albcrl Museum y del Royal Collcge of Art. La Society of Scribes and
llluminators retme en la actualidad a más de mil quinientos miembros ele todo el
mundo, de los que una buena parte son calígrafos profesionales. Con todo, por la
l{rtrato Uf' William Morri~, g•·aiJ,¡dn 'ohr(• extrema dificullad de esta disciplina, los artistas c..le alto nivel son relativamente
plomu pnr /\Hgu~t Robl'llbt·rgt•t, qut' ilustn1 una
escasos. Entre ellos citaremos a Alisan Urwick, Madeleine Dinkel, Sheila Waters,
pnrt,ul.• dP libro. FnínLforl del Mt'IIO, 1949·
Ann Hechle, Heather Chlld, Donald Jacl-.~on, David liowells y Charles Pearce.
La escuela inglesa posee LUla impronta y un estilo propios, fáci lmente
reconocibles por la gran precisión de su trazado y por su clasicismo, asp<>ctos que
quedan patentes tanto en la elección de los alfabetos como en las iluminaciones.
Por otro lado, también es pertinente hablar de sus debilidades: el movimiento de
John::¡ton no ha intentado realmente Jiferenciar sus utensilios y sus estilos.
Los escribas ingleses raramente han emprendido trabajos gestualcs. Sin embargo,
algunas excepciones como las de David Howells o Timothy Donaldson permiten
presagiar la cercnnía ele un cambio.
La influencia de Edward Johnston
Edwartl Johnston está considerado, y con razón, como uno de los pioneros de la
renovación caligráfica en fnglaterra. Sus discípulos quedaron fascinados por su
personalidad y sobre todo por sus escritos, especialmente con su obra Writing, and
11/uminaLing anrl Lettering. Pero cabe preguntarse si este libro, que en ocasiones
se ha considerado como una biblia, mantiene su vigencia. Para nosotros esta
cuestión es de capital importancia pero, a la vista de los programas actunles de las
escuelas de arte británicas, se diría que los ingleses aún no han osado planteársela.
Sin embargo, es fácil comprender que después de ochenta años se impone una
actualización. No olvidemos que esta obra fue concebida a principios del siglo x1x,
en el contexto de los oficios artísticos que relegaba la disciplina caligráhca al rango
de un oficio artesanal menor. Edward Johnston no alcanzó a ver el vasto campo que
abarca el arte de la caligrafía, contrariamente al movimiento de su contemporáneo
vienés RucJolph von Larisch, que abogaba por una amplia diversificación de los
insLrwnentos, de los soportes y de la creatividad de las formas. Conviene recordar
que John::;toll fue estudiante de medicina y por lo tanto carecía de rormarión
artística. Sus dibujos se asemejan mas al trabajo de un científico que al de un artista.
Partiendo desde cero, tuvo que sacar a la luz las técnicas perdidas, reconstituir los
esquemas de escritura y redescubrir los utensilios. Es evidente que semejante
proceso tiene sus límites.
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