Page 277 - Mediavilla-C-Caligrafia
P. 277

hombre de cienc1a, )ohnston procedió a dt!scubrir una tras otra la:.  leyes que rigen
                                                  los angulos de escritura, la proporción eh-'  las Jet ras y la talla de la  pluma. En  1899
                                                  fue nombrado profesor de la Central School of Arts and Crafts y.  aunqtw la primera
                                                  promoción contó con un reducido número de alumnos. éstos pasarían a ser, de
                                                  alguna manera, los ap6stoles de e:;te arte. En  t9o6 Johnston publicó 'lU célebre
                                                  manual, Wnting. and 1/luminating and Lettering. que constituye un clá:.ico y un
                                                  manifieslo. De esta fecunda docencia nacerían muchas vocaciones y.  tant!l en Europa
                                                  como en Estados Unidos. los alumnos de )ohnston serían innumerables. Nombremos,
                                                  por orden cronológ•co, a Eric Gil!, Graily  Hcwitt, Percy Smith y, procedente de
                                                  Alemania, Anna Simons, que se convirtió en una de sus mejores discípulas.
                                                     En  1921  se ft~ndó por fin  la Society of ScribPs anclllluminators. La  caligrafía
                                                  reconquistaba su rarta de nobleza y volví<J a ser oficial. Esta sociedad organizó
                                                  importantes exposiciones en Estados Unidos (en  1930 y 1938), por íníCJ<ltiva del
                                                  American 1 nstilute of Graphic Arts, así como en  París ( 1931) y en Copc:nhngue
                                                  (1932).  Más recientemente, debemos rec.ordar las mamfestaciones y exposidone:-;
                                                  del Victoria ancl Albcrl  Museum y del Royal Collcge of Art. La  Society of Scribes and
                                                  llluminators  retme en la actualidad a más de mil quinientos miembros ele  todo el
                                                   mundo, de los que una buena parte son calígrafos profesionales. Con todo, por la
           l{rtrato Uf' William Morri~, g•·aiJ,¡dn 'ohr(•   extrema dificullad de esta disciplina, los artistas c..le  alto  nivel son relativamente
           plomu pnr /\Hgu~t Robl'llbt·rgt•t, qut' ilustn1 una
                                                  escasos. Entre ellos citaremos a Alisan  Urwick,  Madeleine  Dinkel, Sheila Waters,
           pnrt,ul.• dP libro. FnínLforl del Mt'IIO,  1949·
                                                   Ann Hechle, Heather Chlld, Donald Jacl-.~on, David liowells y Charles Pearce.
                                                     La escuela inglesa posee LUla impronta y un estilo propios, fáci lmente
                                                   reconocibles por la gran precisión de su trazado y por su clasicismo, asp<>ctos que
                                                   quedan patentes tanto en la elección de los alfabetos como en las iluminaciones.
                                                   Por otro lado, también es pertinente hablar de sus debilidades: el movimiento de
                                                   John::¡ton  no ha intentado realmente Jiferenciar sus utensilios y sus estilos.
                                                   Los escribas ingleses raramente han emprendido trabajos gestualcs. Sin embargo,
                                                   algunas excepciones como las de David Howells o Timothy Donaldson permiten
                                                   presagiar la cercnnía ele un cambio.


                                                   La influencia  de  Edward  Johnston

                                                   Edwartl Johnston está considerado, y con razón, como uno de los pioneros de la
                                                   renovación caligráfica en fnglaterra. Sus discípulos quedaron fascinados por su
                                                   personalidad y sobre todo por sus escritos, especialmente con su obra Writing, and
                                                   11/uminaLing anrl Lettering.  Pero cabe preguntarse si este libro, que en ocasiones
                                                   se ha considerado como una biblia, mantiene su vigencia. Para nosotros esta
                                                   cuestión es de capital importancia  pero, a la vista de los programas actunles de las
                                                   escuelas de arte británicas, se diría que los ingleses aún no han osado planteársela.
                                                   Sin embargo, es fácil  comprender que después de ochenta años se impone una
                                                   actualización.  No olvidemos que esta obra fue concebida a principios del siglo x1x,
                                                   en el contexto de los oficios artísticos que relegaba la disciplina caligráhca al  rango
                                                   de un oficio artesanal menor. Edward Johnston  no alcanzó a ver el vasto campo que
                                                   abarca el  arte de la caligrafía, contrariamente al  movimiento de su contemporáneo
                                                   vienés RucJolph von Larisch, que abogaba por una amplia diversificación de los
                                                   insLrwnentos, de los soportes y de la  creatividad de las  formas. Conviene recordar
                                                   que John::;toll  fue estudiante de medicina y por lo tanto carecía de rormarión
                                                   artística. Sus dibujos se asemejan mas al trabajo de un científico que al  de un artista.
                                                   Partiendo desde cero, tuvo que sacar a la luz las técnicas perdidas, reconstituir los
                                                   esquemas de escritura y redescubrir los utensilios. Es evidente que semejante
                                                   proceso tiene sus límites.





                254
   272   273   274   275   276   277   278   279   280   281   282