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CONCLUSIÓN
Hemos llegado, como si de un gigantesco puzzle se tratara, al final de nuestro
estudio. En él siempre hemos intenlado poner de relieve la riqueza y singularidad de
documentos procedentes de las diferentes épocas históricas. Es precisamente en el
rampo de las artes Jonde adquiere mayor relevancia el legado de las civilizaciones
antiguas, de las que la nuestra es tributaria. la revolución estética de nuestro tiempo
es en cierto modo consecuencia del trabajo desarrollado por arqueólogos y
especialistas. Gracias a éstos úhimos, el genio de unas culturas a veces consideradas
primitivas se encuentra integrado en nuestro espacio cotidiano. Por otro lado,
constatamos que el hecho de desposeerse de la escritura provoca en cada cuaJ un
sentimiento de frustración que a su vez incita a redescubrir la riqueza de la escritura
y de la caligrafía. En la actualidad podemos ver que el individuo moderno se rebeJa
contra unas pautas que intentan reducirlo a un ser pasivo y sin espiritualidad. Los
graffiti y los tags't- que cubren las paredes de los edi6cios, contribuyendo a la
alienación de este final de siglo, permiten indudablemente romper el anonimato de
las grandes ciudades. Semejantes expresiones gestuales, en los límites de la
violencia, constituyen una última tentativa de afirmar la identidad ante el umbral de
la desesperadón. Todo aquel ciudadano que busque una cultura realmente auténtica
deberá imperativamente tener en cuenta sus raíces, so pena de caer en el kitsch, la
forma más caracter(stica de la decadencia. Dicho en otros términos, debe adaptar
constantemente su herencia culturaJ a las condiciones cambiantes de nuestra época.
f'á.gina izquierda: G. y C. Mediavilla, 19ú9.
También hemos visto que no existe una (mica caligrafía occidental, sino caligrafías
Acuarela sobre papel cebolla marfil, ejecutada
que difieren mucho unas de otras. en función de las épocas y de los materiales con pluma de ave. Formato: 25 x 20 cm.
empleados. ¿Qué tienen en común las grafias del Renacimiento y las de los últimos Esta pieza de gran difir.ultad técnira exige una
perfecta maestría del trazaúu y una gran
veinte años, que se expresan sobre soportes tradicionales pero también sobre el
velocidad de efecución. En semejante contexto,
lienzo, donde se convierten en elemento privilegiado de la abstracción? Conviene, la integración Jel ¡{esto se r~;vela indispensable
por lo tanto, guardarse de caer en el exotismo y de reducir por ignorancia nuestra antes incluso de que la pluma roce el papel.
Aquí no hay lugar para el azar. Todas las
caligrafía a una simple técnica de escritura, cosa que nunca ha sido. Debemos
llorituras deben hacerse en t!l fulgor de la
devolverle su verdadero sentido como arte del signo y de la fotma. AJgu.nas pluma, con el mismo vigor. Si insistimos sobre
personas, prouablemente por afectación, no <.ludan en glorificar otras culturas estos aspectos apenas perceplibles es porque
forman parte de la esencia misma del misterio
caligráficas mientras descuidan la suya propia.
de la lfnea y de su trayectoria, ¿Por qué una
Digámoslo sin rodeos: no hay nada que sostenga la idea de una valoración Aoritura nos parece interesante y pura,
jerárquica de las caligrafías creadas por las diferentes civilizaciones. Cada una posee mientras que otra se nos l1ace torpe y Oácc:ida?
su especificidad. pero consideradas !:'11 su más alta expresión todas ellas manifiestan
Gmjfiti ~ar~t:lerizaclo r>or "" grRfismo ce•·cano a la
una riqueza y una conciencia de futuro. Sería inconsecuente ensalzar las culturas
escritura y que constituye un signo de identidad
más lejanas y al mismo tiempo Jevaluar las de nuestro propio continente. (N. ueiT.).
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