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85.-LOS GRANDES HOMBRES

bía pelear, iba el rey, rodeado de su guardia,
compuesta de tres mil hombres escogidos, y
de un cuerpo de cuarenta mil infantes, a los
que seguía la caballería de los hircanos y los
medos. El resto del ejército persa, a un lado y
a otro, tuvo que quedarse atrás y permanecer
como encajonado entre los desfiladeros por
falta de sitio ·donde maniobrar.
Al mismo tiempo Alejandro colocaba del
lad.o del mar a Par:menión, con orden siempre
de:: 1:1antenerse a la defensiva ; en el centro,
una parte de la falange y otra en el lado de-
recho. La falange estaba debidamente prote-
gida por arqueros, y por la caballería de los
Amigos.
Y he aquí que se acercaba la hora de la ba- ·
talla. Alejandro recorría las filas de sus sol-
dados animándoles con su ejemplo y con sus
palabras. Desde las filas de los macedonios,
se oían los gritos estridentes, amenazadores
y descompasados de los persas, que resona-
ban, multiplicándose, entre las montañas.
Esto enardecía a los de Macedonia, mas Ale-
jandro les hacía con la mano seña de que ca-
minasen a paso moderado y no se fatigasen
al principio de la marcha. Cuando ya se ha-