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Pastores amigos me han comentado situaciones en las que desaparecieron sobres con di-
                nero. Las personas decían que habían puesto cierta cantidad de diezmo y, cuando contaron
                las ofrendas, no estaba esa cantidad. Queremos creer que todos son santos, que nadie tiene
                tentaciones, pero la realidad no es así. Hay que ser muy prudentes y usar mucha sabiduría
                en el momento de recibir la ofrenda. Debe decidirse quiénes la recogerán, quiénes la con-
                tarán, cómo se registrarán los movimientos de entrada y salida del dinero. Para resguardar
                el dinero se puede abrir una cuenta en el banco o disponer de una caja de seguridad.

                  Lo mejor es armar varios equipos, cada uno con dos o tres personas que puedan contar las
                ofrendas y que, a su vez, vayan rotando, que no sean siempre las mismas personas. Y, por
                supuesto, no es para todos, no todos están aptos para hacerlo. Siempre recomiendo para
                esta tarea a personas que tengan un buen ingreso, que no tengan problemas con su eco-
                nomía. No se trata de excluir personas, es prudente elegir a quienes poseen su economía
                personal en orden. Porque si no tienen en orden sus asuntos, ¿cómo los vamos a poner a
                ordenar las finanzas del Señor? En el Antiguo Testamento se menciona a los hijos de Elí
                que sacaban de las ofrendas de la iglesia y el juicio de Dios vino sobre ellos. Por esos y otros
                motivos, Dios tuvo que levantar a Samuel como una nueva luz.

                  Existen programas de computación que son de mucha utilidad. Excel, por ejemplo, ayuda
                a llevar las finanzas. También conviene consultar con un contador para tener todo ordena-
                do y ver fácilmente cómo se está manejando el dinero.

                  También hay que manejar la iglesia con un presupuesto, aunque sea mínimo, si recién
                comienzan y no tienen muchos ingresos, igual deben cuidarlo, para que cuando la iglesia
                tenga mucho puedan manejarlo y recibir más de Dios. Un pastor amigo de una iglesia muy
                grande, que cuenta con una gran administración, me dijo: “Todo esto empezó organizando
                uno o dos papeles”. Si somos fieles en lo poco, Dios nos va a poner sobre mucho.

                  Es importante la estructura que ponemos en esta área, se puede constituir un comité para
                las finanzas de la iglesia. El pastor no tiene que manejar todas las finanzas, hay que buscar
                personas idóneas. Sé que algunos dicen: “No, no, porque la gente se puede enterar...”, pero
                hay que levantar personas maduras para esta tarea, porque sino la carga cae sobre uno o
                dos, y no es lo ideal.








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