Page 119 - ADN5final_copy
P. 119
Es importante proteger la iglesia en todo aspecto, desde lo edilicio: estructura, sa-
nitarios, atención de las persona, protección médica, situaciones de robos, etcétera,
hasta el ministerio de los niños; se trata de la seguridad, de poseer una protección en
todas las áreas por contrato, un seguro, una póliza. Si se cae alguien en la iglesia, si se
lastima es bueno estar cubiertos para prevenir ante una denuncia o un juicio. Aunque
parezca que esto no va a pasar, a veces pasa y se puede evitar problemas si se contrató
un seguro, después de que sucedió el accidente no se puede contratar.
Todas estas cuestiones hay que prevenirlas, Dios quiera que nunca lo tengamos que
usar, pero es bueno estar cubiertos.
Los eventos que se realicen en la iglesia deben estar bien armados, con la construc-
ción en condiciones y bien dirigidos.
También hay que prever la seguridad en el cuidado de los niños. Debemos saber
quién está cuidando los chicos. En algunos países hay que presentar una prueba ante
la policía de que la persona tiene un historial limpio, sin antecedentes delante de la
ley por algunos temas, como violación, abuso de niños, etcétera. Tenemos que ser
muy prudentes. Que siempre se trabaje de a dos, que un niño no esté solo con una
persona, que haya varios a cargo. ¡Tampoco vamos a poner a un lobo para cuidar a las
gallinas! Usemos sabiduría, la guía de Dios.
En lo posible que los salones tengan puertas con vidrios, para que todos los que
pasen puedan mirar hacia adentro.
Todo lo mencionado tiene que ver con la protección dentro de la iglesia, de las per-
sonas que Dios ha puesto a nuestro cargo, los niños, los jóvenes, los adultos.
Un día vamos a rendir cuentas a Dios por los chicos, los jóvenes y todos los inocentes
que no pueden defenderse a sí mismos. Y nosotros como iglesia debemos defenderlos.
También tiene que ver con la instrucción que le damos a la gente. Instruirles a tener
una vida ordenada, una casa ordenada. Realmente estos temas son muy útiles pues
nos ayudan a bendecir al pueblo de Dios.
119