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En cuanto a los recursos todos tenemos fe, creemos en lo que Dios va a hacer y que
Dios va a proveer, como dice Hudson Taylor, un misionero que trabajó en la China:
“La obra de Dios, hecha a su manera, siempre tendrá su provisión”. Dios va a proveer,
pero por nuestro lado debemos organizar nuestras finanzas. Tenemos que plantar
iglesias que se autosostengan, autogobiernen y autopropaguen pensando siempre en
el futuro, en la próxima generación plantadora de iglesias. En el proyecto de la nueva
iglesia también se debe pensar en cómo vamos a financiarlo y sostenerlo.
Que la iglesia se autosostenga, significa que posea fondos, que le queden restos,
siempre pensando en que sea una iglesia sana, fuerte y reproductiva. Por eso es bue-
no pensar en cómo vamos a reproducirnos, con qué sostén contaremos, cómo vamos
a plantar la nueva iglesia, cómo vamos a cubrir las necesidades económicas. ¿Lo hare-
mos a través de una iglesia madre, de una institución o de algunos amigos que quieren
apadrinar la nueva obra?
Hay que ponerlo dentro del ADN de la nueva iglesia, que queremos ser una iglesia
generosa, no solamente para adentro, sino hacia afuera. Para esto se puede implemen-
tar un fondo de extensión. Una congregación no se puede comer todas las semillas.
Dios nos ha dado cierta cantidad de semillas, debemos separar para sembrar en una
futura congregación.
Por eso es bueno plantearse ¿cómo podemos ser una iglesia generadora de iglesias y
crear un movimiento de plantadores de iglesias? Esto es clave.
Si hablamos de anexos, creo que cada iglesia tiene que diezmar a su organización
y tener todo en orden, pero soy más partidario de una iglesia en formación, que de
una iglesia anexo, porque muchas veces se nace como anexo y se muere como anexo,
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